Salud masculina 18 – 40 años
Hablamos con la Dra. Carmen González Enguita, jefa de Servicio de Urología de la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid
Los principales problemas urológicos en la infancia y la adolescencia pueden variar, pero podemos destacar:
Infecciones del tracto urinario: Las infecciones urinarias son frecuentes en los niños y pueden causar síntomas como dolor al orinar, fiebre y micción frecuente. Requieren tratamiento con antibióticos para prevenir complicaciones.
Malformaciones congénitas del tracto urinario: Algunos niños pueden nacer con anomalías en el tracto urinario, como obstrucciones, duplicaciones o anomalías en los riñones. Estas condiciones pueden requerir intervención médica o quirúrgica, según el caso.
Enuresis: La enuresis, también conocida como incontinencia urinaria nocturna, es la incapacidad de controlar la micción durante la noche en niños que tienen la edad suficiente para hacerlo. Puede ser causada por factores genéticos, problemas emocionales o físicos, y suele mejorar con el tiempo.
Sí, algunas patologías congénitas se pueden detectar durante la gestación mediante pruebas prenatales. Por ejemplo, mediante ecografías obstétricas se pueden identificar malformaciones del tracto urinario, como la hidronefrosis (acumulación de líquido en los riñones), que puede ser un indicador de problemas urinarios futuros en el bebé.
La fimosis y la incontinencia urinaria son dos patologías comunes en la infancia y la adolescencia:
Fimosis: Consiste en la estrechez del prepucio, lo que dificulta o impide la retracción del mismo sobre el glande. Puede causar problemas al orinar o infecciones recurrentes. El tratamiento inicialmente es conservador, con medidas de higiene y cremas esteroides tópicas. Si persiste, puede requerir una circuncisión.
Incontinencia urinaria: Se refiere a la pérdida involuntaria de orina. Puede ser de dos tipos: diurna y nocturna. El tratamiento varía según la causa subyacente e incluye cambios en el estilo de vida, terapia de comportamiento, medicamentos y ejercicios para fortalecer los músculos del suelo pélvico.
Un chequeo urológico en la infancia implica una evaluación integral del sistema urinario. Puede incluir una revisión de la historia clínica, un examen físico, pruebas de laboratorio (como análisis de orina), estudios de imagen (como ecografías) y, en algunos casos, pruebas urodinámicas para evaluar la función de la vejiga. En la adolescencia, además de los aspectos mencionados, se puede incluir una evaluación de la función sexual y reproductiva.
Es recomendable llevar al niño al urólogo en los siguientes casos:
Si hay sospecha de alguna anomalía en el tracto urinario o se detecta alguna durante la gestación.
Si hay síntomas persistentes, como infecciones urinarias recurrentes, dolor al orinar, cambios en el patrón de micción, presencia de sangre en la orina, entre otros.
Ante signos de alteraciones en el desarrollo sexual.
Si hay antecedentes familiares de enfermedades urológicas importantes.
En cuanto a la periodicidad de los chequeos, generalmente se realizan solo frente a señales de alarma o en caso de requerir seguimiento por alguna condición específica. El médico puede brindar orientación sobre cuándo es apropiado programar visitas de seguimiento regulares en función de las necesidades individuales del niño.
Hablamos con la Dra. Carmen González Enguita, jefa de Servicio de Urología de la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid
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