Recuerdo aquella noche como si fuera ayer mismo. Entre padres, primos, tíos, amiguetes y vecinos nos metimos doce o catorce en dos coches para ir a ver al Valencia, cuando enfrente de tribuna aún había arriba del todo una zona para general de pie. Era entonces cuando el Trofeo Naranja llenaba el estadio y la gente se lo pasaba bomba en esos partidos veraniegos de ambiente excepcional, porque había poco fútbol por televisión y era en estos partidos cuando se podía ver en acción a los nuevos fichajes. Tengo que recurrir al archivo para comprobar que fue un 17 de agosto de 1984. Venía el Hamburgo, reciente campeón de Europa, capitaneado por el ahora técnico del Schalke 04, Félix Magath, que además había sido el autor del gol del triunfo en la final ante la Juventus de Turín. Magath y los campeones de Europa se llevaron de Mestalla un 5-1 que desató la euforia en la grada, fue una auténtica gozada y el triunfador con tres goles en la noche de su debut con el Valencia fue el uruguayo Wilmar Cabrera, un ´9´ que después haría goles en dos temporadas, aunque no los suficientes para evitar el descenso a segunda división. Seguramente la atmósfera en el partido de mañana superará con creces la de aquel día de verano, porque la Champions es la Champions, pero todos firmaríamos con los ojos cerrados un marcador similar. O todavía mejor el 4-0 del que habla Ricardo Costa, eso ya sería lo máximo.

Todo es posible en el fútbol

Son resultados en cualquier caso improbables en este tipo de partidos, con mucho menos se conformaría el Valencia para ir a jugarse los cuartos a esa ciudad de nombre casi impronunciable donde ya ´palmó´ en una ocasión con el nefasto Valdano en el banquillo, pero hablando de fútbol todo es posible. Hace una semana el Barcelona era campeón de la Liga, el Real Madrid tiraba la toalla y el Villarreal era tercero y casi aspirante al título, mientras el Valencia era un equipo que con suerte y favores arbitrales peleaba por mantener a duras penas el cuarto y último billete para la Champions contra el acoso del Espanyol. Pues ni la Liga es del Barça, ni la tercera plaza del Villarreal ni el Valencia necesitó del favor arbitral para ganar en el Carderón, donde todos pensaban que iba a perder.

El subidón de cuartos

Lo que está claro es que esta eliminatoria con el Schalke de Magath y de Raúl es algo más. Puede que esta victoria sea el plus que necesita el Valencia para creerse de verdad lo que puede llegar a hacer esta temporada. El subidón que provocará entre los aficionados volver a verse en unos cuartos de final de la Liga de Campeones hará el resto.