Cremà del Levante en Pamplona (3-1)

Derrota granota sin paliativos que acerca al equipo todavía más al descenso

Rubén García puja con Malsa por una pelota

Rubén García puja con Malsa por una pelota / Villar López

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Pocas horas antes de la noche de la Cremà, el Levante decidió prender fuego a sus opciones de acercarse a los puestos de salvación y minimizar su porcentaje de competir el próximo año en la élite del fútbol español. La derrota contra Osasuna (3-1) supuso un batacazo en toda regla, ya que la visita a El Sadar se postuló como un encuentro determinante ante la dificultad que adquiere el calendario granota después del parón. Sin embargo, el Levante combativo y peleón que se vio en jornadas anteriores se ausentó ante los rojillos, para beneficio de un rival que se aprovechó del cúmulo de facilidades que le fue brindando por el camino. Chimy Ávila, Budimir y Brasanac fueron los goleadores, y aunque Roger amortiguó el golpe con su gol, la derrota no deja de tener unas consecuencias que se traducen en lo que depara el futuro: un abismo a la Segunda División que se agiganta.

El respeto entre ambos, pese a la distancia en la clasificación, se mantuvo en los primeros coletazos del partido hasta que Osasuna se fue estirando. Pese a que no sea un equipo que se caracterice por amasar el balón, centraron su juego por el carril izquierdo, con Manu Sánchez como emisor del Chimy Ávila y con Rubén García como agitador principal. Los tres fueron los protagonistas e intimidaron a Dani Cárdenas, aunque sin extremo peligro. A los diez minutos del inicio, el ‘39’ mandó un centro que el atacante, recién renovado hasta 2026, cabeceó sin imprimir la suficiente precisión como para superar al meta granota. Sin embargo, Rubén García sí que fue capaz de sorprender en el ecuador de la primera mitad, después de, desde la frontal, amagar con la izquierda y ejecutar un lanzamiento con la derecha que impactó en el larguero.

El Levante, por su parte, tiró más de voluntad que de cabeza, con imprecisiones y sin saber por dónde trenzar sus jugadas cuando tuvo la posesión en su dominio. Morales, reapareciendo tras su lesión de rodilla en El Sadar, centró desde la derecha con el infortunio de que Roger Martí se quedó a centímetros de cabecear en el área pequeña. No en vano, el cuadro de Alessio Lisci fue muriendo poco a poco en ataque. El Chimy fue entrando en calor con el transcurso de los minutos. A diez del descanso, dibujó una curva desde la banda derecha cuya dirección llegó a Budimir, pero su remate se fue por encima del larguero. No obstante, se intercambiaron los papeles para poner el primero en el luminoso cuando Alberola Rojas estaba dispuesto a indicar el camino de los vestuarios.

Osasuna atropelló al Levante en la segunda parte

Pese a ello, otro gallo habría cantado si Vezo hubiera actuado con más sentido. Ante la baja de Duarte, el portugués reapareció como titular con la responsabilidad de volver a liderar la zaga granota. Sin embargo, su falta de contundencia tuvo trascendencia. Después de que Brasanac le superase tras vencer un balón dividido, el ‘14’ quiso rehacerse desarticulando el peligro con un despeje, pero en vez de alejarlo, lo llevó al punto más caliente: dentro del área y a las botas de Budimir. Una situación que el bosnio resolvió cediéndosela al Chimy Ávila para asestar una estocada tan desestabilizante como común en la deficiente temporada levantinista, cargada de reveses.

Para más inri, la segunda parte del Levante empezó de manera irrisoria, como gota que colmó el vaso de la paciencia y que apagó la llama de la esperanza. No solo de lograr algo positivo en El Sadar, sino de alcanzar una permanencia que se pone más cuesta arriba que nunca. Veinte minutos para tirar la toalla y caer en el pozo de la vergüenza. Si Vezo fue la nota negativa en el primer asalto, Cáceres no se quedó corto. Después de una falta de Torró sobre Morales, Dani Cárdenas fue a preocuparse por el estado físico del ‘11’, pero el uruguayo decidió no solo sacar en corto, sino dársela a Rubén García para que éste avanzase y se la diese a Budimir para allanar una victoria que fue sentenciada seis minutos después, cuando Marc Pubill perdió el cuero ante Brasanac y puso el tercero cruzándosela a Cárdenas.

Un 3-0 sonrojante, que sirvió para que el feudo rojillo se convirtiese en una fiesta a costa de un Levante que se convirtió en un juguete roto, aunque tiraron de orgullo para maquillar el marcador gracias a las botas de Roger Martí, que finalizó, con un disparo cruzado y raso, una gran combinación entre Cantero y Soldado que desembocó en el fondo de las mallas. El gol del honor o ni eso, porque no ocultó las lagunas de un equipo al que se le acaba el tiempo. Si es que todavía le queda.

Ficha técnica del Osasuna - Levante