Honor y gloria para los héroes del 37: La Copa se alzó al cielo del Ciutat

Orriols rindió un sentido homenaje al trofeo recientemente oficializado en un acto emocionante y por todo lo alto

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El Ciutat de València se vistió de gala para rendir homenaje a un trofeo que ya es historia del fútbol español. La Copa del 1937, conquistada por el Levante en tiempos de Guerra Civil, fue motivo de celebración por todo lo alto su reconocimiento en un estadio que vibró con los héroes que, en una época trágica dentro de nuevo país, defendieron con honor los colores del decano de la Comunitat Valenciana y lo hicieron campeón. En los prolegómenos del encuentro ante el Real Zaragoza, el club honorificó a familiares de aquellos valientes que salieron victoriosos en el campo de Sarriá aquel 18 de julio de 1937.

Orriols no pudo contener la emoción al ver dichas generaciones sobre el verde, ya que ninguno de los verdaderos protagonistas viven en la actualidad, pero, desde el cielo, fueron testigo de cómo esa Copa de la República de 1937, tan marginada por los altos estamentos del fútbol español, como adorada por una afición que la convirtió en un símbolo de orgullo, fue levantada a ojos de unos aficionados que celebraron el título como si no hubiese tardado más de ocho décadas en que fuera oficializado.

Vicente Iborra, que ejerció de primer capitán en el partido contra los maños, recogió el trofeo por parte de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol y recibido entre pitos por parte del público, y lo levantó al cielo del Ciutat de València y a ojos de los que no se quisieron perder el acto. Como, por ejemplo, Ximo Puig, presidente de la Generalitat. Entre los familiares, y mientras uno de los videomarcadores mostraba cada uno de los futbolistas que se vistieron de corto en esa final, estuvieron presentes otros cuatro históricos del club como Sergio Ballesteros, Salvador But, Vicente Latorre y Jorge Barrie. Un acto emocionante que erizó la piel de los presentes en Orriols, llenó de alegría y júbilo la antesala del partido contra el Zaragoza y que terminó con un bufandeo para ponerle la guinda a un día que ya forma parte de la historia del Levante.