La primera de muchas alegrías (3-2)

El Ciutat de València, dos meses después del trágico desenlace ante el Alavés, recuperó la sonrisa tras la sufrida victoria de un Levante valiente y entregado

Cantero celebra su gol contra el Burgos

Cantero celebra su gol contra el Burgos / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Nunca es fácil volver a un lugar cuyo último recuerdo arrastra drama, tragedia y tristeza. A pesar del tiempo transcurrido y de lo sucedido durante el mismo, el Ciutat de València nunca olvidará el que, seguramente, sea el episodio más cruel de su historia. No obstante, el coliseo de Orriols, tanto para lo bueno como para lo malo, siempre será buen un lugar para volver a empezar. Para resetear e ilusionarse con todas las emociones que generan una nueva temporada. Aunque, sin duda, el Ciutat nunca dejará de ser un lugar de culto para una afición que necesita volver a ilusionarse. El Levante, todavía con las heridas de su última vez, consiguió una victoria tan importante como simbólica ante el Burgos para arrancar su andadura en casa con buen pie. El combinado dirigido por Javi Calleja, gracias a los goles de Cantero, Sergio Lozano y Bouldini, devolvió a su gente a la alegría que tanto se anheló después del fatídico encuentro contra el Alavés. La felicidad sentida en la vuelta a Orriols no cambiará el presente, pero da motivos para creer en un año esperanzador. Donde la ilusión y, por qué no, el sueño de volver a Primera División reaparecerá por su propio peso.

Pese a que la esencia de Orriols sea inalterable sea cual sea su circunstancia, el Ciutat de València, a excepción de un Sergio Postigo que ya asoma hacia la eternidad levantinista, busca referentes en sus filas después de un verano de pérdidas y desengaños. Gente con la que sentirse identificado. El equipo, con muchas caras nuevas, le garantizó a su gente competitividad y dominio sobre el terreno de juego desde el primer minuto. Y tal fue su ahínco en empezar la temporada en casa con victoria, que, a los siete minutos, Sergio Lozano, levantinista de pro por obra de su abuelo, fue cazado dentro del área por Grego y provocó un penalti que, por segundos, despertó pesadillas con el que transformó Asier Villalibre al ser señalizado en la misma portería. Fue el momento de quitarse la espina, pero Cantero, encargado de ejecutarlo, se topó con el palo.

La oportunidad desaprovechada no desarrugó a un Levante que reflejó más pólvora y mordiente que el año pasado. Si el de la temporada anterior mostró dudas cuando se acercaba a la portería, el actual ataca sin miedo. Con descaro y con convencimiento. Sin embargo, el Burgos fue el primero en golpear pese a sus tímidos chispazos en territorio rival. A falta de pocos minutos para la finalización de la primera parte, Fer Niño colocó el esférico en boca de gol para Espiau, que estrenó el luminoso de un Ciutat que, en un abrir y cerrar de ojos y pese al golpe, vio a los suyos darle la vuelta a la situación en el descuento.

Ya en la prolongación, Cantero, tras recibir dentro del área de Lozano, puso el cuero al palo largo e inalcanzable para Caro, y tres minutos más tarde, el ‘21’ punteó un esférico que subió al marcador con suspense al ser invalidado en primera instancia por Guzmán Mansilla. Durante el transcurso de la jugada, Bouldini recibió un golpe dentro del área que le imposibilitó reincorporarse al juego pese a que el balón estuviese en movimiento. Tendido en el área pequeña, el árbitro consideró que el ‘22’ se entrometió en la trayectoria del cuero y, por consiguiente, estaba en fuera de juego. No obstante, y tras verlo en el VAR, el tanto se validó, Lozano hizo enloquecer al Ciutat y él mismo enloqueció en su celebración. Cogió el escudo con fuerza y señaló al cielo, dedicando el gol a su abuelo José Vicente Lluch, utillero y masajista del Levante en los años 80, quien, más orgulloso que nunca, ve a su nieto cumplir su sueño de jugar como local en Orriols.

Sufrido final

El Ciutat, después de tantos meses de tensión y sufrimiento, recuperó su estado de alegría al ver a su equipo dándolo todo sobre el verde. Los dolores del pasado fueron sustituidos por el entusiasmo de una plantilla renovada que, con ilusión, solo mira al futuro. Si habían argumentos para estar satisfechos, el Levante dio más motivos aún gracias a un Bouldini que marcó el tercero a los quince minutos de la segunda mitad. Oriol encontró a Cantero y el extremo se la picó a un delantero que voleó al fondo de las mallas. De hecho, la fiesta fue en aumento en el momento en el que Femenías, al sacarle una mano a Fer Niño, y Valle, al entrometerse en el rechace ejecutado por Espiau, levantaron al público de sus asientos. Sin embargo, el VAR decretó que Postigo cazó al ‘9’ del Burgos en esa acción. Curro, poniéndola en la escuadra, le puso emoción a la contienda. A pesar de ello, el Levante, con sus más y sus menos, resistió. Encontró el equilibrio y supo gestionarlo para lograr una victoria que no solo sabe a gloria, sino que también es balsámica. Nunca es fácil volver. Ni mucho menos, pedirle a alguien que se quede. No obstante, el Levante y su gente siempre vuelven. Y este año, pese al dramático desenlace del anterior, será de muchas alegrías.