Un pepino de atraco en Butarque (2-1)

El Levante cae derrotado en Leganés en medio de un escándalo sin precedentes. Milla Alvéndiz invalidó incomprensiblemente el 0-2 del equipo de Javi Calleja en el descuento de la primera parte

Miguel de la Fuente empató el partido en el discutible penalti que señaló Milla Alvéndiz, una de las tres jugadas polémicas que perjudicaron al Levante

Miguel de la Fuente empató el partido en el discutible penalti que señaló Milla Alvéndiz, una de las tres jugadas polémicas que perjudicaron al Levante / LaLiga

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Es inevitable vivir en la desilusión cuando al Levante, que navega constantemente en una montaña rusa de emociones, no tiene un mínimo de suerte en una Segunda División que, según su recorrido hasta la fecha, aspira a estar apretada hasta el último instante. Incluso, en ocasiones da la sensación de que, más allá de los fallos que cometa, nada le sale bien. Sin embargo, el equipo de Javi Calleja, de lo que será incapaz, es de entender cómo el fútbol está siendo tan injusto con ellos. Los granotas cayeron derrotados en su visita a Butarque contra el Leganés, pero fueron víctimas de una decisión que no solo cambió el encuentro de forma radical, sino que fue víctima de un atraco cuyos precedentes en el fútbol profesional son escasos.

En el tiempo de descuento de la primera mitad, Milla Alvéndiz se vio con la potestad de impedirle al Levante marcharse con dos goles de ventaja en el marcador. El colegiado, con revisión en el VAR incluida, invalidó el tanto de Dani Gómez por un motivo que aún se desconoce, ya que ninguno de los participantes en la acción actuó fuera de las reglas del juego. Un castigo sin argumentos ni paliativos y que deja al Levante con tres partidos seguidos sin ganar. Pese a ello, sufriendo tomas de decisión tan perjudiciales, será imposible que a este equipo le dejen pelear por su sueño de ascender a la élite del fútbol español.

Poco importó que se tuviera que pelear por los puntos en el estadio del primer clasificado de la tabla. El Leganés, que presumió de tener unas estadísticas aplastantes, vio cómo su contrincante le robó el cuero, le plantó cara y le obligó a remar a contracorriente. Este Levante fue distinto al de las últimas semanas, pese a que la forma de perforar la portería rival de falta directa se haya convertido en algo habitual. Trascurridos diez minutos, Pablo Martínez, tal y como hizo contra el Mirandés, ejecutó un golpeo perfecto, preciso y envenenado desde el una posición un tanto escorada, pero que no fue un impedimento para adelantar a su Levante en un Butarque que se quedó frío tras el gol recibido.

No en vano, el cuadro de Borja Jiménez dio un paso al frente, consciente de que su poderío dentro de la categoría empezó a tambalearse ante la practicidad del conjunto de Javi Calleja. No solo a la hora de atacar, sino también de defender, donde los vestidos de color azulgrana empequeñecieron a un Leganés rabioso. Un corte providencial de Álex Valle para ahuyentar el peligro pasada la media hora de partido, con un Miguel De La Fuente que ya se empezó a frotar las manos, fue el ejemplo de que al Levante le puede ir mejor o peor. Pero nunca dará su brazo a torcer.

La alegría, por desgracia, no terminó viajando a la capital del Túria porque, incomprensiblemente, una acción terminó siendo determinante. Por mucho que los granotas salieran de vestuarios con música de viento procedente de la grada, cuestionando el criterio del colegiado, la realidad fue que, sin ningún tipo de impedimento, Milla Alvéndiz arruinó al Levante. Además, perfectamente. Justo en el tiempo de descuento del primer tiempo, Pablo Martínez colgó una falta al interior del área y Vezo habilitó a un Dani Gómez que, a portería vacía, machacó al fondo de las mallas. Todo, dentro de los parámetros de la legalidad y sin acciones grisáceas que dieran pie a la confusión. No obstante, el árbitro, con revisión entre medias, decidió, sin ton ni son, anular el gol.

Sumergidos en un atraco en toda regla, al Levante no le quedó otra que tirar de orgullo. No son pocos los errores arbitrales que están machando a los granotas. Por no recordar, que el sueño del ascenso fue aplastado por un penalti inventado. Mientras nadie fue capaz de asimilar lo ocurrido, el Leganés se envalentonó. Olió la sangre de un rival cansado de tantas injusticias. Si por la cabeza de Milla Alvéndiz pasó la tozuda idea de anular un gol válido, no dudó ni un instante en indicar que un derribo de Ander Capa sobre Dani Raba fue pena máxima. Señalable, sí, pero cuánto coraje salió de lo más profundo de todo levantinista ante dicho 'penaltito', también difícil de entender. Miguel De La Fuente, de vaselina, empató la contienda. Y, sn comerlo ni beberlo, Dani Raba cabeceó un centro de Jorge Miramón para remontar la noche en un Butarque feliz con su Leganés, pero que fue testigo de un atraco escandaloso.

Desde entonces, el Levante, más de corazón, porque la cabeza fue difícil de gestionar, fue a por un punto que se quedó a medio camino. El Leganés, aprovechando su veloz contragolpe, intento que el resultado fuera más abultado, pero el buen hacer de la zaga granota impidió una amplia diferencia. Sin embargo, a los de Javi Calleja les destrozaron por completo. Pasaron de verse dos dianas por encima a ver cómo se cometió una injusticia de grandes dimensiones. La derrota, de esta manera, provoca que el Levante se empiece a descolgar de la parte alta de la tabla. Pero, nadie sabe dónde estaría este Levante si no se empeñasen en pisotearlo constantemente.