La Virgen se viste de azulgrana (0-0)

El Levante pierde la oportunidad de rebelarse tras lo vivido contra el Espanyol y suma, gracias a un VAR que le invalidó dos goles muy justos al Leganés, un empate que vuelve a ser insatisfactorio

Fabricio fue el único que lo intentó tras el descanso con sus carreras

Fabricio fue el único que lo intentó tras el descanso con sus carreras

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Las injusticias, desde siempre, exigen rebelión. Luchar, independientemente de los obstáculos y de las adversidades para no solo conseguir lo que mereces, sino, también, para recibir respeto. Todo el mundo es consciente de que el rendimiento arbitral, a nivel nacional, tiene su credibilidad y criterio bajo mínimos. Es un presentimiento inevitable. Lo saben bien en el Ciutat de València, que después de ser testigos de cómo una polémica decisión procedente del VAR cambió su destino por completo, han sido víctimas de una serie de dictámenes que han menguado su puesto en una Segunda División donde, según su actual evolución, prevé un desenlace tan agónico como igualado. El enfrentamiento contra el Leganés fue el momento idóneo para reivindicarse. Para proyectar el mensaje de que, por mucho que le pretendan torpedear, nunca se rendirá ni dejará de pelear por lo que se merece.

No obstante, las oportunidades pasan, al igual que las jornadas y los puntos. Los equipos avanzan, la exigencia aumenta y el sueño de luchar por subir a Primera División, entre unas cosas y otras, se descolora. Nadie espera en una categoría tan apretada, pero el Levante, cada vez más distanciado de la promoción de ascenso, comienza a descolgarse peligrosamente. De nada sirve protestar de forma enérgica tras lo sufrido contra el Espanyol si, a la hora de la verdad, falta coraje, empuje y corazón.

El combinado de Javi Calleja, en circunstancias favorables, daría por bueno el punto, pero el empate ante el Leganés volvió a dejar un sabor agridulce. Y más, cuando no te rebelas ante las adversidades ni das todo lo que tienes. Además, después de que el VAR, que tantos puntos le ha arrebatado a los levantinistas, anulase dos goles muy justos a su rival. Fue una oportunidad de oro para reivindicarte, pero, una vez más, Orriols sale enrabietado ante un equipo que, más pronto que tarde, debe reaccionar si quiere soñar con grandes objetivos.

Orriols auguró un encuentro tenso. Muy tenso, de hecho. No solo por lo acontecido en el estadio del Espanyol, sino también por lo sucedido en Butarque. El gol anulado a Dani Gómez, sin justificación alguna, sirvió como antídoto para ir con todo. Por mucho que se tratase del líder de la categoría, los de Javi Calleja actuaron con el cuchillo entre los dientes, aunque sin perder la cabeza pese a que fue una noche en la que el orgullo del levantinismo estuvo en juego. La grada, es más, apretó y puso el grito en el cielo debido a las injusticias arbitrales, mientras De La Fuente Ramos trató de calmar las aguas ante la tirantez que se palpó sobre el verde. De hecho, enseñó cuatro amarillas en la primera mitad, a la vez que el Levante remó por irse con un resultado favorable al descanso. Sin embargo, al Levante le faltaron centímetros. Los mismos que de fortuna, cuando una jugada embarullada dentro del área del Leganés, terminó en el palo tras impactar en Carlos Álvarez.

Los granotas no solo desprendieron ganas, sino también convicción. Si al ‘37’ le faltó suerte para poner el primero en el luminoso del Ciutat de València, Álex Valle, de los más activos y reseñables, no se quedó cortó. Sergio González, cuando el templo de Orriols se puso en pie para celebrar, sacó sobre la línea un disparo del prometedor lateral. El Levante las tuvo, a costa de un rival que, más al contragolpe que mediante la circulación del esférico, también dispuso de sus acercamientos. El más claro, una carrera de Enric Franquesa, finalizada con un disparo que desvió Miguel De La Fuente y paró Andrés Fernández, y remató posteriormente Miramón en el torso de un Álex Valle que se puso en medio de la trayectoria. No obstante, el empate en el marcador de Orriols fue el resultado con el que se llegó al descanso. Un tiempo que sirvió para bajar revoluciones, pero que valió de poco para cómo arrancó el segundo asalto.

Superados cuatro minutos desde la reanudación, el Leganés, por mediación de Sergio González, silenció el estadio haciendo el primero. Portillo botó un balón parado al corazón del área y, tras varios despejes, Jorge Miramón peinó para colocar el interior de su bota derecha y ponerla en la escuadra, imparable para Andrés Fernández. No en vano, De La Fuente Ramos, a través del VAR y con música de viento de fondo, dictó que el ‘6’ pepinero actuó dos veces en el desarrollo de la acción.

Su tanto fue el posición correcta, pero antes, intervino en fuera de juego. Orriols cogió aire, pero los de Borja Jiménez dieron un paso al frente y generaron más peligro. Su ‘9’, Miguel De La Fuente, fue el que más cerca se quedó de perforar la meta de Andrés Fernández. Primero, con un lanzamiento fuerte que se fue rozando la escuadra. Y después, cruzando el esférico, pero sin complicaciones para el meta granota.

El Ciutat de València, según transcurrieron los segundos, empezó a sumergirse en la intranquilidad. El empate, a pesar de que se tratase del primer clasificado, no tenía un sabor dulce para un Levante que necesita sentirse fuerte otra vez. Javi Calleja, ante un Leganés que se sintió más cómodo sobre el césped, tiró de verticalidad para sorprender a un rival que tomó el control del encuentro.

Brugué, Andrés García y Fabrício, reapareciendo tras mes y medio de lesión, entraron para agitar un partido en el que los granotas se quedaron sin ideas. Pese a ello, la virgen volvió a aparecer con otro tanto anulado por centímetros, cuando Jorge Sáenz, tras prolongación de Diego García, cabeceó un envío que terminó, otra vez, en el fondo de las mallas. Sin embargo, el VAR, que tantos le ha quitado a los levantinista, anuló la acción. Ni con esas, el Levante fue capaz de rebelarse. De sacar el orgullo que exigen situaciones como estas. Mientras, el tiempo pasa. Y las oportunidades para engancharse a la promoción de ascenso, también.