Las excusas se acaban en el Ciutat de Valencia

La victoria contra el Sporting es el oasis en el desierto de una plantilla que fue incapaz de ganar al Andorra. Miñambres solo ha dado con la tecla ante los asturianos

Una imagen del duelo entre el Levante y el Andorra en el Ciutat de Valencia

Una imagen del duelo entre el Levante y el Andorra en el Ciutat de Valencia / JM LÓPEZ

Pablo Leiva

Pablo Leiva

El Levante perdió una oportunidad de oro contra el Andorra y volvió a la casilla de salida. La puesta en escena granota fue una muestra de todo lo que no hay que hacer si se quiere llegar a puestos de promoción y la rueda de prensa posterior de Miñambres otro error mayúsculo. No celebrando el punto pero sí dándole un valor que no tocaba en ese momento. Primero por la pelea en la que está metido el equipo en la tabla, que con dos puntos más le dejaba a tres de la promoción de ascenso y con dos victorias consecutivas en apenas cinco días, y en segundo lugar porque visto lo visto sobre el terreno de juego encontrar cosas positivas y no hacer autocrítica era el peor de los caminos a tomar. Lo peor es que no es nuevo y en Orriols, la afición ya no tiene más comodines que comprarle a la propiedad, al banquillo y a los jugadores. Toca empezar a ganar. Sin más. Solo ganar. 

El problema económico es más que evidente en Orriols. Ante la ausente estabilidad, y el grito incluso de ‘Danvila vete ya’ de parte de la grada del Ciutat en el duelo contra el Andorra, se une la falta de motivos deportivos por los que creer. Juntar dos sonrisas de manera consecutiva se antoja prácticamente un imposible. Sí llegó contra el Sporting de Gijón en un partido en el que todo el ambiente fue emotivo de principio a fin. Con esa buena puesta en escena en Orriols, la resaca de aquella jornada se vivió con la sensación de que la promoción de ascenso era posible. Que Miñambres había tocado ciertas teclas y que era el camino a seguir. Pero de nuevo llegó la peor versión en el momento menos indicado. No fue solo una cuestión de intensidad, que es lo de menos, la sensación era que el equipo no teía ni recursos , ni un plan B para medirse a un Andorra que está en descenso y que lo intentó mucho más que los de Miñambres. Y eso habla de que la salvación era mucho más importante para los andorranos que la promoción para los granotas. 

El problema en el cuadro del Ciutat de Valencia vuelve a ser similar que el del curso pasado. El mantra de que es un equipo que pierde poco y que es difícil de superar es tan cierto como que no vale para nada. Ningún equipo en toda la competición ha perdido menos encuentros que el cuadro de Calleja primero y luego de Miñambres, pero eso le ha servido, en el mejor de los casos hasta el momento, para estar en la media tabla. Siete derrotas son pocas pero objetivamente los 10 triunfos también son excesivamente pocos. De hecho, los 10 primeros han ganado más que los granotas y equipos como Valladolid, Burgos o Racing han llegado a perder hasta tres duelos más que los granotas, pero sus victorias les sirven para estar más arriba. 

El dilema de siempre. Arriesgar más para perder algún encuentro más por el camino o quedarse igual y asumir que la batalla por el ascenso es cosa de otros. Por el momento, el Levante ha elegido. Los tres próximos partidos no son sin embargo los mejores para un equipo que es incapaz de dar un golpe sobre la mesa. Burgos fuera de casa, Elche en el Ciutat y Valladolid en Pucela son tres exámenes que, con casi total seguridad, van a dejar claro en qué acaba la temporada granota. Si en una pelea por entrar en esa promoción de ascenso o en la culminación de otro proyecto fallido. Y ya van muchos desde el año del descenso en la máxima categoría. Mientras en lo económico, el no ascenso supondría, una vez más, un problema tan grande que hablar de subir en la 2024/25 puede volverse algo irreal. Queda una recta final para remediarlo.