Entrevista | José Danvila Máximo accionista del Levante UD

"En un plazo de dos a tres años podemos estar aliviando económicamente al Levante"

El empresario, en busca de la estabilidad financiera y emocional para alcanzar la paz social, trabaja con la ilusión de volver a ser un club «modélico» tras darse a conocer en la última Junta de Accionistas

"En un plazo de dos a tres años podemos estar aliviando económicamente al Levante"

JM López

Rafa Esteve

Rafa Esteve

José Danvila, a pesar de ser consejero del Levante desde hace más de cinco años, se consideró un desconocido para el levantinismo durante los meses en los que trabajó, sin descanso, para diseñar el plan de viabilidad con el que el club aspira a recuperar su estabilidad financiera. Su exposición ante los accionistas en la última Junta supuso un alivio para el empresario, ya que fue el escenario donde no solo se dio a conocer, sino también donde transmitió su intención de convertir nuevamente al Levante en una entidad modélica, ejemplar y en la que la única preocupación sea que entre la pelota. A poder ser, en el lugar donde compiten los mejores del panorama nacional. 

Aunque en Orriols se respire cierta tranquilidad tras meses de incertidumbre, José Danvila aún tiene varios frentes abiertos: las nuevas piezas del Consejo de Administración, la ampliación de capital dirigida a la afición y en la que se espera la participación de Vicente Boluda, la reforma del estadio, la construcción de la Ciudad Deportiva… Sin embargo, cualquiera de sus esfuerzos llevará la responsabilidad moral de culminar el trabajo inacabado de Quico Catalán y honrar la figura de Pedro Catalán. Motivos por los que se dejará la piel para que el Ciutat de València vuelva a ilusionarse con su Levante.

Dos semanas después de su puesta en escena, ¿qué balance hace de la Junta de Accionistas?

La Junta es el foro más importante, donde puedo hablar, explicarme y expresarme con el levantinismo. La aproveché para darme a conocer porque era un desconocido. El club necesita estabilidad financiera y emocional, con el objetivo de llegar a una paz social. Lo que buscamos es que se trasmita en el campo de fútbol. Los jugadores estarán más tranquilos si a su alrededor hay un buen ambiente. Así, sumaremos entre todos. Lo más importante es añadir valor: afición, jugadores, directivos, empleados… Todos debemos hacerlo. Esa es la clave para que un club esté organizado, estable y vaya cumpliendo sus objetivos.

¿Se sintió reforzado?

Más que salir reforzado, creo que la gente salió convencida. Pienso que me vieron como una persona que llega con la mejor de las intenciones. Es lo que se transmitió allí. Se quiso mostrar todo lo que se había trabajo en los últimos ocho meses y, a partir de ahí, que vieran que la prioridad es recuperar el rumbo del club, estabilizarlo y empezar a pensar en cosas positivas.

De sus intervenciones, me llamó la atención la siguiente: “Tengo mucho que demostrar, no soy nadie aún”. ¿Qué quiso transmitir?

Es muy sencillo de explicar. Mi predecesor, Quico Catalán, es un gestor espectacular. De sus catorce años, once han sido en Primera División. Creo que va a ser el mejor presidente en la historia del Levante. Es muy difícil estar once años de catorce en la élite. Evidentemente nos ponemos como objetivo ese porcentaje. Ojalá, incluso, fuera del cien por cien. Pero, si le expresé eso a la afición, es porque soy un desconocido. Cuando uno lleva catorce años llega a convertirse en un referente y yo no soy ningún referente. Tengo que empezar a generar mi trabajo en el Levante y a construir un nuevo viaje. El legado de Quico Catalán, en mi opinión, ha sido maravilloso. Sus últimos dos años no han estado acompañados por la suerte. Que te llegue un COVID no lo eliges tú, y perder un ascenso, por una mano muy dudosa, es demoledor. Yo no soy un referente en el Levante y tengo que ir, con trabajo y esfuerzo, construyendo poco a poco.

¿Cómo han transcurrido los últimos meses desde que se convirtió en gestor del club?

En agosto estuvimos trabajando en la propuesta, ya que aún no se definió por el tema de los avales. Teníamos que mostrarle a LaLiga que el plan de viabilidad era sólido. Desde septiembre hasta ahora creo que se cierra una etapa de inestabilidad. En el club había una incertidumbre, en parte, por el desconocimiento hacia mi persona. Se pensaba que iba a haber un continuismo y existe una diferenciación bastante grande. Fundamentalmente, porque estoy arriesgando mi patrimonio. Ahora tenemos que ir hacia adelante todos juntos. Voy a intentar tener buena relación con el FROG y con la Delegación de Peñas porque creo que se ha generado una confusión entre Fundación, Danvila y Consejo de Administración con el resto de la afición. Tenemos que estar cerca del FROG, de la Delegación y de la Fundación porque son una voz importante. Estas tres patas tienen que estar en el Levante. Y es probable que algunos miembros estén en el Consejo representando al levantinismo. Esta semana se decidirá. Por parte de la Fundación vendrá un miembro dominical y, seguramente, lo harán dos personas más que entendemos que van a ser representantes de la afición del Levante. Queremos un Consejo de Administración aperturista y en el que estemos todos representados. Aunque, en calidad de inversor, las decisiones las tengo que tomar yo.

¿Cuántos consejeros nuevos habrán?

No más de cuatro. Cada persona va a tener un objetivo en el Consejo. Cada consejero estará vinculado a un departamento, por lo que tendrá una conexión y, por consiguiente, una misión. No van a ser consejeros que estén sin hacer nada. Tiene que ser gente proactiva, que tenga que trabajar con otros departamentos o consejeros, en apoyo a las necesidades del club.

¿Le sorprendió la dimensión del agujero económico?

El club tenía una falta de liquidez muy importante. No lo llamaría agujero. El Levante es gestionable a medio y a largo plazo porque tiene activos muy potentes. Eso es gracias a los catorce años de Quico Catalán, no podemos atribuirnos cosas que no son nuestras. Dejó una herencia que, en esta situación, permite al club poder salir adelante. Hay muy pocos equipos en Segunda División que sean propietarios de un estadio. En Primera hay algunos que ni tienen Ciudad Deportiva. El Levante, en la actualidad, tiene un estadio, una Ciudad Deportiva y la posibilidad de hacer una nueva, de la que no será propietaria porque tenemos una concesión de cincuenta años, pero que va a permitir sacar la situación financiera de una manera rápida. En un plazo de dos a tres años podemos estar aliviando el club de una forma casi definitiva.

¿Ese es su plazo? ¿De dos a tres años?

Sí, creo que en ese plazo el club podrá estar financieramente equilibrado.

Tengo la sensación de que se ha encontrado minas por el camino.

Minas como tal, no. Lo que encontramos fue la dimensión de la falta de tesorería. Lo único que analicé fue hasta dónde llegaba el agujero de la falta de liquidez. Una vez taponado, ahí es donde llegan los activos que son importantes para sacar el club a medio plazo y empiezas a tomar las medidas de ajuste, para que las cuentas de explotación comiencen a generar valores positivos. Las minas las sabía porque hice la auditoria. A partir de ahí trazamos el plan y fue cuestión de asumir el riesgo. Tuve que poner 23 millones porque, si no, no salíamos.

¿Ha sentido presión y estrés durante las negociaciones con la Fundación?

La presión forma parte de mi día a día. Es cierto que hubo un momento en el que dudé por la importante cantidad de dinero que estaba arriesgando. Pero, al final, tienes que hacer una composición de todo lo que tienes encima de la mesa. En el corto plazo, el club necesitaba una inyección de capital para tapar la hemorragia, pero, después, lo que tuvimos que hacer fueron las medidas más desagradables, relacionadas con despidos y reducción de personal. Se ha despedido a mucha gente y se ha reducido mucha estructura. Hemos dimensionado todas las parcelas pagándole a los trabajadores los despidos que correspondían, sin acudir a un ERE y asumiendo las pérdidas. Quieras o no, duele. Es lo más doloroso, todos somos personas y a nadie le agrada tomar ese tipo de decisiones. Pero lo que tiene que prevalecer es el escudo. Todavía se sigue negociando y se sigue reduciendo. Ahora tenemos el reto del próximo presupuesto. El escenario es distinto en Primera y en Segunda División, pero nuestro objetivo es tener un presupuesto donde no tengamos la necesidad de vender jugadores. Y, de haber ventas, que se conviertan en beneficios para el club.

La necesidad de vender sigue en el presente ejercicio, ¿no?

Sí, porque trata de este presupuesto, pero en el siguiente el objetivo es no vender. Vamos a trabajar para conseguirlo. Hay dos maneras de hacerlo: o reduces coste o generas más ingresos. Estamos trabajando en las dos líneas, fundamentalmente en la de generar ingresos y, si se tienen que reducir costes, haciendo el mínimo daño posible.

¿La generación de ingresos pasa por la reforma del estadio y la construcción de la Ciudad Deportiva de Nazaret?

Sin duda. Ahora se está generando un club de empresas para acercarnos al empresario valenciano y buscar apoyos de esponsorización. Necesitamos a la pequeña y mediana empresa valenciana, son fundamentales para nosotros y queremos buscar un retorno que también les beneficie. Somos el club de los valencianos y tenemos que estar cerca de ellos.

El levantinismo consideró en su momento que el proceso de selección de candidaturas no fue transparente. ¿Piensa lo mismo?

No me puedo meter en la parte de la Fundación, pero me trasladaron que las garantías de las otras propuestas económicas no fueron aceptadas por LaLiga. La Fundación tiene una responsabilidad y debe tener la garantía de que sea viable. Como dije en la Junta, y lo hago también en esta entrevista, le doy las gracias a Miguel Ángel Valiente y a Carlos Ayats por el trabajo. La Fundación, basada en la información y en las exigencias de LaLiga, consideró que las condiciones fueron insuficientes. En mi propuesta puse mi patrimonio, a disposición del club, para avalarla y fue elegida por mis garantías. Después tienes que tener un proyecto, pero siempre fui con buena intención. La Fundación no tenía apenas conocimiento sobre mí porque tampoco era conocido, más allá de mi condición de consejero.

Ahora, pide una reestructuración de la Fundación y su respectiva profesionalización.

Una Fundación de 22 patronos es muy difícil de gestionar. Irnos a una Fundación de entre cinco y seis patronos puede añadir más valor. Sería más flexible y las decisiones serían más dinámicas. Hay que dotarla de profesionales y levantinistas, gente de diverso ámbito social y profesional que aporte valor. Y, si en un momento determinado, pueden aportar financiación o ideas encima de la mesa, mejor. Pero con 22 patronos… En su momento la Fundación sirvió de mucho para darle estabilidad al club, pero, a día de hoy, queremos otra dinámica de funcionamiento. Ellos serán los que tomen las decisiones. Yo en la Fundación no soy ni seré nadie. Pero, si me piden una opinión, les transmitiré mi punto de vista. Debería verse representado el levantinismo y, a su vez, que tengan una profesionalidad demostrada y que aporte valor.

¿Qué sucederá con los patronos institucionales?

Desconozco, a nivel político, las decisiones que van a tomar. Lo que creo que ocurrirá es que será una decisión conjunta por parte de las instituciones.

¿La Fundación ha estado a la altura en los últimos años?

La Fundación ha vivido muy bien en los últimos años. La gestión de Quico Catalán ha sido muy buena durante doce años. Un gestor que estaba generando unos ebitdas de dos dígitos no necesitaba seguimiento. Entonces, no había control. El problema viene cuando llega el COVID. El setenta por cien de los clubes funcionaron y solucionaron el imprevisto con una ampliación de capital, y nosotros, no pudimos hacerla al tener una Fundación. Quico no tenía instrumentos para llevarla a cabo. ¿Hubiera resuelto el problema? Sí. Pierdes 20 millones, pero haces una ampliación que 20 para que lleguen socios y aporten capital. Hubiera sido una solución, pero teniendo como accionista principal a la Fundación, cuyo primer objetivo es no diluirse, fue inviable. Sin embargo, el descenso, y después el no ascenso, nos golpea muy fuerte. Dos años en Segunda nos vapulean. Después de ascender en 2017, y encadenar dos permanencias seguidas, el club decidió apostar por una política de consolidación que no salió bien. Llegó un momento en el que el Levante, tras el COVID y las semifinales de Copa de Rey, cayó en un punto anímico muy bajo. Se desmoralizó y terminó desplomándose. Y la caída fue muy prolongada.

¿En qué se ha equivocado como consejero?

Cuando eres consejero del club no estás en el día a día ni en la gestión. Le dedicas el tiempo que puedes de manera externa y, en las reuniones, aportas tu valor según tu bagaje durante muchos años. Quico me seleccionó por mi trayectoria empresarial, por mi experiencia a nivel internacional y, sobre todo, por la confianza que tenía en mí. En un Consejo de Administración aportas lo mejor que tienes, pero, después, entran muchas personas en las decisiones.

Debe dar coraje pasar de una etapa tan positiva a la situación actual, incluso estando cerca de la desaparición. ¿No?

El Levante fue modélico durante muchos años. Siendo consejero, veía los ebitdas del club y me parecía impresionante. No conocía un caso de éxito como el del Levante. LaLiga genera el riesgo de desaparición porque tiene incertidumbre. Habían tres propuestas, no había garantías suficientes en ninguna de las tres y lo que hace LaLiga es presionar a la Fundación para decidir una candidatura y así darles garantías para poder ser inscritos. Ahí es donde se genera tensión. Los que sufrían la presión de LaLiga era la gente que estaba al mando. Había un vacío de poder.

Se desmarcó de su candidatura en el mes de julio, pero, ¿qué ha sido de Vicente Boluda?

La semana pasada coincidí con él en un acto y me preguntó por la ampliación de capital. Acudirá con sus acciones, que creo que son entre 2.000 y 3.000, y apoyará al club. Vicente Boluda es un activo muy importante. Es una multinacional, reconocido por todo el mundo, y siempre va a ayudar al Levante. De hecho, voy a intentar que nos ayuden con alguna esponsorización, a ver si es posible (ríe). Vicente va a estar siempre al lado del club. Así me lo ha transmitido. No obstante, hablando a título personal, creo que merecía que lo hubieran llamado en su día desde la Fundación. Vicente es una institución valenciana y un empresario de gran caché. Qué menos que, cuando uno se ofrece a ir a una candidatura, le llamen. Danvila no era reconocido, pero Boluda sí, y mucho. No solo en Valencia, sino también en el mundo entero. Tendrían que haberle llamado y agradecido su intención, independientemente de la decisión final de la Fundación.

¿Y de Quico Catalán?

Es un año muy duro y complejo para él y para su familia. Fundamentalmente por el fallecimiento de Pedro Catalán, el referente de su casa, y amigo tanto mío como de mi padre. Llevé su féretro el día de su misa y lo llevaré siempre. Ha sido mi segundo padre cuando falleció el mío. Su padre murió el 8 de marzo de 2023 y, tres meses después, tuvo el batacazo de no ascender. Ni una película de miedo termina así. Es muy trágico. Quico sabía perfectamente que, si no subía a Primera División, tenía que desvincularse del Levante por una cuestión de responsabilidad. Si se hubiera ascendido, la situación económica cambiaba radicalmente y la podría haber solventado sin problemas. Y si lo pensamos fríamente, no podemos ser injustos. Se merece un respeto por todo lo que ha trabajado en este club. Hace poco puse el siguiente ejemplo: tras catorce años, el Levante tiene 71 millones de CVC reconocidos por LaLiga. Al Zaragoza le han reconocido trece y es una capital de provincia. Eso es el trabajo. Lo fácil es matarlo, pero hay que ver las cosas con perspectiva. No se puede mirar solo el final, que ha sido muy trágico. No se lo merecía bajo ningún concepto. Se ha dejado la vida por el Levante. Uno de los motivos por los que estoy aquí es porque hay que terminar su trabajo. Está inacabado y no se puede ir por la borda.

Hablando de lo deportivo, el equipo vuelve a creer en el ascenso de la mano de Felipe Miñambres.

Felipe es un activo muy importante. Es un enamorado de su trabajo y es incansable. En la toma de decisiones arriesga y es lo que más me convence. A mí me gusta convivir con el riesgo y él es igual. Vio una situación con Javi Calleja y se quiso poner delante para intentar sacarla adelante. Nos puede salir bien o nos puede salir mal, pero lo que valoro es su paso al frente. El equipo ha dado un cambio a mejor. Es más agresivo, va hacia adelante, no se duerme en los partidos y tiene siempre la intención de ganar, tanto en casa como fuera. Lo más importante de Felipe es que no se echó atrás. Lo más cómodo para él hubiera sido coger a otro entrenador. ¿El ascenso? Se puede dar, pero prefiero ir partido a partido y no desviar mi pensamiento. Sin embargo, ahora es donde el equipo tiene que dar la cara y demostrar que quiere subir. En este momento. Hemos vivido en un bucle de negatividad, pero quiero quitar ya esa etiqueta. Nos tenemos que volver a ilusionar todos, empezando por la afición. No quiero que desfallezca. Vamos a tener buena suerte. Y vamos a trabajar para tenerla, porque la suerte también se trabaja.

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