El Levante consuma su fracaso (2-2)

La victoria del Oviedo contra el Andorra deja sin opciones matemáticas playoff a un equipo de Felipe Miñambres que no pasó del empate contra el Alcorcón

Postigo pide perdón a la afición tras un año durísimo

Postigo pide perdón a la afición tras un año durísimo / JM López

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Cuando el grado de improbabilidad es elevado, independientemente de la circunstancia, la lógica invita a pensar en que nada extraordinario va a suceder. Y eso que es natural que existan personas que nunca pierdan la fe, pero, si se trata del Levante, cada vez existen menos que sueñen con tocar el cielo y vivir sucesos emocionantes. Nada mágico pasará en Orriols, ni ningún escenario invitará a tener esperanzas en alcanzar una ilusión que, como mínimo, deberá esperar un año más a pocos días de que finalice la temporada en Segunda División.

El empate del Levante ante el Alcorcón (2-2), sumado a la victoria del Oviedo contra el Andorra, consuma lo que nadie deseó vivir, pero que ha sido inevitable después de una temporada en la que el equipo, en términos generales, no ha estado a la altura del escudo que representan. Los de Felipe Miñambres, una de las caras visibles del fracaso, se quedan fuera del playoff de forma matemática para dolor y tristeza no solo de aquellos que nunca dejaron de creer, sino también de los que echan la vista atrás con nostalgia. Hubo una época en la que nada era imposible si del Levante se trataba, pero, a día de hoy, la realidad es triste y dolorosa. Quién sabe cuál será el rumbo de una entidad llena de cicatrices, que vivirá su tercer año seguido en Segunda por primera vez en el siglo actual.

Orriols vivió una tarde de emociones encontradas, donde la esperanza de que los resultados de los adversarios directos por la promoción de ascenso le dieran una vida extra al Levante estuvo latente en todo momento. Los presentes en el coliseo granota acudieron al estadio por responsabilidad con el escudo. Sabiendo que, en un elevado porcentaje de probabilidad, iba a ser el último encuentro de la temporada en casa, pero con la ilusión de que la vida le diera más oportunidades para regresar a la élite del fútbol español.

Sin embargo, los nervios, al igual que el descontento, fueron en ascenso según pasaban los minutos y el cuadro de Felipe Miñambres, señalado por la grada al grito de “vete ya”, no transmitía vivacidad ni corazón. Como si la victoria no fuese el último escenario para ir a Huesca con vida. Todo lo contrario que el Alcorcón, al borde del precipicio, que saltó al césped del Ciutat de València sin querer sufrir un descenso.

Pareció que el Levante dejó de lado sus posibilidades de entrar en playoff tal y como se desarrolló la primera parte, en la cual el conjunto de Mehdi Nafti, en su primera vez en Orriols desde que fue destituido como técnico granota en octubre de 2022, metió miedo en su rival a base de acercamiento peligrosos. Addai fue el más juguetón y el que más insistió sobre la meta defendida por Andrés Fernández. De hecho, en los compases iniciales, mandó un balón rozando la escuadra y, superada la primera media hora de partido, hizo estirarse al ‘13’ levantinista.

No obstante, Jacobo primero, y Víctor García después, estrellaron sus disparos en la cruceta. La tensión, al igual que el miedo por descolgarse de la pelea, retumbó los cimientos del templo levantinista, mientras Carlos Álvarez fue, literalmente, el único que aportó argumentos en ataque con sus conducciones únicas, todas con el balón pegado a su bota, su zizgagueo y descaro. Pese a ello, el Levante siempre merodeó lejos del gol. Y el Alcorcón, en más de una ocasión, lo acarició.

Los primeros compases del segundo tiempo mostraron un Levante con más voluntad, pero fue un espejismo. Incluso, lo vivido contra el Amorebieta y ante el Cartagena empezó a coger similitudes con los que se estuvo presenciando ante otro rival que, en una batalla diferente a la del Levante, lucha por sobrevivir. El Alcorcón tuvo, por mediación de Jacobo, dos oportunidades para anotar el primero del encuentro, pero, en medio de la tensión y la incertidumbre, Andrés García hizo olvidar las cábalas para acercarse a la promoción, y provocó interferencias en los transistores colocando el balón en la mismísima escuadra. El ‘30’ caracoleó a su oponente, se la acomodó a su izquierda y anotó un auténtico golazo que desató la locura en el estadio. Quién sabe si aquel tanto trastocó los planes de Miñambres, quien antes del 1-0, obligó a quitarse el peto a Kochorashvili, Álex Muñoz y el juvenil Carlos Espi. El canterano, tres meses después de su debut en A Malata, se estrenó en el Ciutat de València a sus 18 años. Sin embargo, el talentoso atacante nunca olvidará el 26 de mayo de 2024 tras marcar su primer gol como profesional.

El ‘38’ acompañó a su equipo en una contra, recibió de Carlos Álvarez y, en su intento de puntear el esférico para superar al defensor, puso el pie para perforar la meta de Jesús Ruiz, devolverle la alegría a la parroquia granota y tirarse de rodillas hacia el césped para celebrar un gol que no olvidará jamás. A falta de diez minutos para el final del partido, el Alcorcón le puso picante a la contienda, también, con un tanto de bella factura. Víctor García, empalmando un centro desde la esquina desde la frontal del área, recortó diferencias en el luminoso.

Y aunque intentó arrinconar al Levante en los minutos finales, el resultado se movió en el descuento gracias a un cabezazo de Sousa, pero fue inevitable para esquivar su descenso de categoría. Un punto que no sirvió para mantener vivo el milagro de entrar en la sexta plaza. Sin duda, una campaña para olvidar. No queda más remedio que pensar en la siguiente. Eso sí, con el innegociable objetivo de confeccionar una plantilla con hambre, que no nunca negocie esfuerzos y que viva con la obsesión de ascender a Primera División.