Una comida de trabajo de más de tres horas, como la que mantuvieron la semana pasada, dan para mucho. Incluso para poner sobre la mesa la posibilidad de aportar un salto de calidad a la plantilla en enero a base de refuerzos. Y eso, entre otras cosas, es lo que Quico Catalán, Manolo Salvador y Joaquín Caparrós hicieron después de la derrota sufrida previamente ante el Granada. Los tres se vieron las caras con el objetivo de analizar las posibles deficiencias del equipo tras completar el primer tercio liguero.

Sin urgencias clasificatorias de por medio, ya que los granotas suman 17 puntos y están cinco por encima del descenso (entonces eran ocho), el Levante sopesa salir al mercado en enero a la caza de refuerzos en varias posiciones: delantera, lateral derecho y mediocentro, sin dejar de lado a un hombre de banda, serían las prioridades. Ya al final del verano se buscaron futbolistas para alguno de esos puestos, aunque sin éxito. El ejemplo más claro es el de Nagore, por el que se llegó a negociar sin éxito; Lell ha sido recuperado para la causa forzosamente y no parece contar con la plena confianza del técnico, aunque tampoco esté ahora en las quinielas del veterano ´2´ del Alcorcón.

Son casos como los de Ángel, Pallardó e incluso Gomis los que han llevado a los responsables del club a abordar la necesidad de fichar. Si es público que los dos primeros tienen la puerta abierta para abandonar el club cuando quieran, ya que no entran en los planes del técnico, la situación del sustituto de Iborra tampoco pinta bien. Es con el punta canario, y Javi Jiménez, uno de los tres miembros de la plantilla que todavía no ha gozado de minutos. En esa misma situación se encontraba Nikos hasta el pasado sábado, cuando Caparrós echó mano de él como improvisado interior zurdo durante la última media hora.

El Levante estaría prácticamente atado de pies y manos en caso de no poder salida a ningún jugador. A día de hoy hay 24 fichas profesionales cubiertas, por lo que solo queda una libre. La publicitada apuesta por la cantera del utrerano podría repercutir entonces positivamente sobre Jason y Camarasa, que están a las puertas del primer equipo desde que comenzó el curso. El gallego, es más, llegó a debutar ante el Sevilla y desapareció de los entrenamientos y convocatorias durante más de un mes por culpa de una pubalgia. Amistosos como el de mañana en Almansa están pensados para que los jóvenes y aquellos que no juegan normalmente se muestren.

Es «tiempo para trabajar»

Como el propio técnico reconoció el lunes en las redes sociales, el actual paro liguero debe servir «para reflexionar y trabajar» después de dos derrotas consecutivas. En ese sentido, la plantilla se sometió ayer a una sesión eminentemente física en su vuelta al trabajo tras el 2-1 de San Mamés. Hay fijados entrenos (al margen del partido en tierras manchegas) hasta el sábado inclusive, para posteriormente gozar de un último respiro antes de comenzar a preparar a conciencia el choque del día 24. «En esta liga tan igualada el calendario no permite relajarse. Próximo partido ante un Villarreal que está jugando a un nivel fantástico», escribía también Joaquín Caparrós.