Ya se sabe de qué palo va la Copa del Rey, con la que Paco López se reencontró ocho años después. A equipos como el Levante, por más plantilla de la que disponga, como es ahora el caso, este torneo no le transmite a las primeras de cambio demasiado frío ni calor. El poquito de frío es el que hacía en Lugo; y el calor lo pusieron el gol de Mayoral y la reacción posterior, que bien debería haber alcanzado para el triunfo. No fue así, por lo que a la vuelta habrá que echar mano del valor doble de los tantos logrados fuera de casa o de la pura superioridad granota. Este martes costó imponerla entre tanta cara nueva, incluidos todos los fichajes de este verano excepto el lesionado Vukcevic, y el medio forzado regreso al 4-4-2.

El caso es que Dwamena salió más chulo que un ocho. Con camiseta manga corta, cuando los lugareños llevaban en las gradas puestos hasta los guantes de lana. Dispuesto a ir a cada disputa, y capaz de generar juego casi en cada acción de espaldas a portería. Lo que no hizo fue de '9' goleador. De lo que también se esperaba de él en el Anxo Carro. Y oportunidad para marcar tuvo, además bien pronto, pero no la aprovechó. A los cinco minutos rompió el fuera de juego, y cuando podía disparar con la derecha o asistir al internacional sub-21, se equivocó y no cogió ninguna de esas dos opciones: quiso regatear y perfilarse a la pierna izquierda, lo que acabó con su remate golpeando en el central.

Donde le pegó el balón a él fue en la mano en área propia. En un córner botado desde la izquierda, el nigeriano despejó innecesaria infantil y antireglamentariamente. Suerte, para el Levante, que González Fuertes y sus asistentes pasaron por alto un penalti que hubiera dejado a los locales a tiro del 2-0 a la media hora de partido.

Incapaz incluso de acompañar un par de veces la pelota a la red en posición ilegal, a Dwamena le liberó casi tanto como a Mayoral el empate. Fue el de Parla quien lo consiguió, con un desmarque a la espalda de la zaga y posterior zurdazo cruzado. Su primer gol como el granota. Y, sobre todo, el prólogo a media hora de manual. En carrera, en combinaciones o entre líneas, Borja decodificó a los lucenses con la misma facilidad con la que dibujó un golpeo desde el vértice del área a la cruceta opuesta. Debió ser el 1-2, del mismo modo que el 2-1 perfectamente pudo llegar posteriormente en un mano a mano de Juan Muñiz con Aitor. El vasco, debutante y dubitativo en los despejes a disparos de larga distancia, como el que aprovechó Cristian Herrera para abrir el marcador a los diez minutos, se creció para evitar que el jaque se convirtiera en mate. La pérdida de Luna en el gol local, por cierto, también criminal.

El caso es que donde se esperaba que hubiera un mero peón, Paco López encontró una torre sobre la que cargar mucho peso ofensivo: Samu García. El malagueño, sin recorrido alguno en LaLiga Santander, se mostró habilidoso y sobre todo contundente en el interior izquierdo. Conectó principalmente con Mayoral, aparte de un cabezazo entrando desde atrás que solo una magnífica estirada de Varo abortó. El palo se encargaría de desbaratar una última acción de gol de su sustituto, Jason, quien maniobró a las mil maravillas pero no encontró premio: su amago de derecha para chutar de izquierdas golpeó en la base del palo izquierdo local.