Como si estuviera entre los puntos del orden del día, el futuro de Tito fue objeto de comentario antes, durante y después de la Junta General de Accionistas. Recién reelegido como presidente, Quico Catalánaunque dejó claro que hay otros asuntos que le ocupan y/o preocupan más ahora mismo: «Tendremos que abordarlo en los próximos meses, en enero o febrero. Es un tema, pero hay otros muchos que son muy importantes», aseguraba el mandatario, fiel a la línea discursiva de semanas anteriores.

Al contrario de lo que sucediera con las nuevas incorporaciones del Consejo, que tardara bien poco en anunciar, una vez que anticipase las elecciones y anunciase que iba a optar a un tercer mandato, Quico no ha expuesto en ningún momento que Tito cuente en el proyecto a medio y largo plazo. Tampoco lo contrario. El de Benidorm, fichado en 2016, acaba contrato en junio: «Tendremos que sentarnos, valorar todo el trabajo y tomaremos decisiones. Yo a título personal no hablo; hablaré como presidente».

Sus mayores ilusiones y guiños los capitalizan la reforma del estadio y la construcción de la futura ciudad deportiva. Queda claro por sus hechos y por sus palabras. No hipoteca su palabra con respecto a Tito, pero sí que muestra unas «ganas locas de empezar las obras en el Ciutat y Nazaret», con el elevado coste que llevan implicitas ambas. «Veo el futuro con mucha pasión. Hemos soñado muchos años con este momento y somos muy felices. Cada vez más esta ciudad respira Levante y el club es respetado», dijo a la conclusión de la Junta.

Quico, quien deberá ser formalmente proclamado presidente en la próxima reunión del Consejo, después de Navidad, reconoció que había tenido dudas sobre su propio continuidad. «Hubo momentos de mucho desgaste, mucha incomprensión, de máxima dificultad e hipotecas. Si hablas con tu familia y tu gente y te dicen, '¿por qué te vas a ir?', pues tiras para adelante».

El crecimiento social, desde los 3.500 abonados de 2009 a los 22.000 actuales, se convirtió en motivo de orgullo para el dirigente. Este apuntó en su discurso que el futuro Ciutat debería convertirse en una «referencia para el levantinismo no solo en los días de partido», con iniciativas como el museo; a expensas de contar con espacio físico para este, confirmó Quico que en unos meses se inaugurará uno virtual.

Lerma, una venta histórica

Con un beneficio neto de 5,72 millones en la 17/18, y unos ingresos previstos para la actual temporada de 84,6 -por 78 de gastos-, el presidente calificó las cuentas de «muy saneadas». Quedan 17'5 millones de deuda concursal por pagar. «Somos de las pocas empresas o la única que está pagando casi en su totalidad el crédito subordinado», enarboló Quico. Agregados a las ganancias no presupuestadas el curso anterior, como apuntó Nacho García, estaban los beneficios del traspaso de Langerak (953.000 euros) y los cobros por variables de Rafael (50 mil), Camarasa (medio millón) y Caicedo (140 mil). Los «29 y pico millones de la venta de Lerma están en las cuentas de la 18/19, apuntaría también el propio Nacho García.