A Pau Segura, que el sábado cumple 10 años, se le distingue en el parque de Ontinyent en el que juega y cuchichea con sus amigos no porque lleve puesta la camiseta del Levante UD sino porque va con otra en la mano. La que enseña orgulloso a todo el mundo es la de Morales, un regalo que aunque le viene por las rodillas ha servido para que trascienda la pequeña gran historia que empezó hace tres años en un rincón de Grada Central.

La otra camiseta es la que lleva puesta, también con el dorsal número 11 pero esta con las letras no del nombre de Morales, el sistema de lectura y escritura táctil con el que estudia en un colegio público. Pese a vivir a 80 y pico kilómetros, todas las jornadas de partido se desplaza junto a su padre, su tío y su primo hasta el Ciutat. Faltaría más conociéndole todos como el granota de la clase y pronto también como el miembro número uno de la peña levantinista que papá planea poner en marcha.

«Cuando tenía seis años estaba en ese proceso de reconocer todas las emociones que se sienten en el fútbol. Un gol a favor es como un terremoto y al principio se asustaba. Pero cuando es en contra se percibe un miedo que termina con un 'ya está, nos han metido'. Ahora, con nueve años lo tiene muy asimilado todo, se concentra más en lo que ocurre y va organizando sus emociones. Sabe si es una falta a favor o en contra, va preguntando cosas y casi siempre es su primo el que le cuenta el resto».

A cada palabra de su padre, del que ha heredado el nombre y la simpatía, Pau va dejando sus coletillas y asintiendo con la lógica aplastante de los niños de su edad: «Lo que más me gusta es ganar y mi jugador preferido es Morales porque es el capitán del equipo y el que marca los goles».

Con Morales había quedado en Buñol tras un entrenamiento en el que le prometió la camiseta que le regaló el sábado. Y este jueves, gracias a la invitación del club, compartirá vestuario no sólo con Morales sino con el resto de la plantilla. «La peña Levante Fans también nos ha invitado a ver un partido con ellos. Le dejarán el micro para que empiece una de las canciones», desvela su padre, un exjugador de la Regional valenciana que reconoce vivir estos días «en una nube» con la repercusión de su historia granota pero que también tiene ganas de volver a la normalidad. No sólo porque el lunes empieza el curso, sino porque después del parón vuelve a jugar el Levante, su equipo, el de su hijo, el de la familia y ahora también el de muchos más vecinos de Ontinyent.