Todos los focos están puestos sobre Malsa y además con razón por su excelente estreno en Primera. Sin embargo, el mediocentro de Martinica no es el único que ha superado con creces las expectativas. Las coordenadas de los cuatro fichajes del verano coincidían y en todos los casos la respuesta ha sido positiva. Especialmente, pese a no hacer tanto ruido, en el de Son. Desde que debutó de carrilero en el Pizjuán ha ido a más. Coincidiendo con la lesión de Miramón fue titular y jugó completo el partido del Alavés. Ahora que el ex del Huesca tiene el alta médica conserva intactas sus opciones de continuar en el equipo.

Curiosamente fue Muñiz, entrenador del primer equipo en su época en el filial granota, el primero que le abrió los ojos al convencerle de que por sus características podría llegar a la élite como lateral derecho. En el Barakaldo alternó como extremo, pero fue allí donde otro técnico, Jon Bolo, se convirtió en su gran valedor para retrasar su posición de arranque y que metiese así la cabeza en el fútbol profesional.

Pese a haberse envuelto en el gol del Alavés, una acción de la que el entrenador se lamentó en rueda de prensa y en la que hay un desajuste general más allá de su parte de responsabilidad, las estadísticas individuales del último partido lo confirman como uno de los baluartes. Sus registros físicos están entre los mejores, en especial en cuanto a aceleración y distancia recorrida. De acuerdo con la plataforma Mediacoach recorrió más de 11 kilómetros, solo por detrás de Melero.

La implicación y desparpajo de Son en el campo han encandilado al cuerpo técnico pese al equitativo reparto de minutos con Miramón. De hecho, la proyección del que en su día fue jugador del filial es compatible con los planes de ofrecer la renovación al ex del Huesca, centrocampista en sus orígenes que se readaptó a la defensa. Ya la temporada pasada las estadísticas de Son hablaban del mejor futbolista en su posición de la categoría. Por eso los granotas se lanzaron a por él a principios de año, lo mismo que con un Malsa que cuando encandiló a toda España ya estaba atado. La pelea por Son fue principalmente con Osasuna, aunque tras sus pasos tenía a tres equipos más: Granada, Elche y Mallorca. El trabajo de pico y pala del área deportiva más el visto bueno de Paco, que dio el placet a un refuerzo muy de su gusto, resultó clave para llegar a un acuerdo.

Como anillo al dedo

Debutar a los 26 años en Primera no es lo habitual aunque en el Levante hay un ejemplo perfecto de que nunca es tarde para hacerlo. El Comandante Morales, que antes de jugar en Segunda con el Eibar había pasado también por el filial, lo hizo a los 27. El seguimiento con la Ponferradina fue positivo. El futbolista estaba maduro y encajaba a la perfección en el proyecto económico.

En vistas del recorte en el límite salarial y las restricciones económicas para fichar, el planteamiento del área deportiva fue reforzarse en Segunda, un mercado contrastado y más rentable en comparación con el extranjero. Solo se pagó por De Frutos y Dani Gómez (3,8 millones). Y en todos los casos las nóminas son de un escalón inferior. Las amortizaciones para el fair-play en ningún caso superan el millón por temporada. De hecho, el salario de Son es uno de los más bajos de la primera plantilla. Y es que en el momento económico actual se impone el cambio hacia un modelo deportivo con el que el Levante llegó en su día a pasearse por Europa.