Alemania confirma el fracaso de EEUU y alcanza la final

La palabra fracaso volverá a perseguir a la selección de baloncesto de Estados Unidos, como mínimo, hasta los Juegos de París 2024. Aterrizó el equipo de Steve Kerr en este Mundial con el objetivo de reconquistar la corona que ya se le escapó en Pekín en 2019 y volverá a salir del torneo por la puerta de atrás, empequeñecido por Alemania (111-113), que hace historia en todos los sentidos: se clasificó para su primera final del torneo, una final ante Serbia exclusivamente europea, y añadirá otro capítulo negro a la historia del baloncesto estadounidense, incapaz de mantener la hegemonía que, no hace tanto, parecía indiscutible para las estrellas de la NBA.

La segunda semifinal fue un espectáculo ofensivo difícil de igualar, con dos equipos desatados en ataque que lucieron porcentajes altísimos y aplicaron un ritmo enloquecido para superar la centena de puntos. Hasta seis jugadores en Alemania pasaron de la decena de puntos, con Andreas Obst como inesperado héroe de la noche con 24 puntos, bien respaldado por Franz Wagner (22), Theis (21) y Schröder (17).  En EEUU, solo Edwards (23) estuvo a la altura.

Se sabía que los jugadores de EEUU se sienten muy cómodos en la transición y de su capacidad para forzar pérdidas y plantarse en dos pases en la canasta rival.  Pero Alemania, una selección más versátil, decidió que no le iba mal tampoco aceptar esas reglas, sobre todo por el estilo de un base como Schröder y por el poderío físico de algunos de sus hombres como Franz Wagner y Daniel Theis, capaces de correr muy bien el campo.

Lo que se hizo evidente desde el inicio es que la selección que dirige el canadiense Gordon Herbert, no estaba dispuesta a asumir el papel de víctima frente a EEUU, etiquetado desde el inicio como el máximo favorito.  Su puesta en escena fue mucho más eficaz. Se fortificó en defensa, lanzó a canasta con eficacia y controló bien el rebote, haciendo valer su superioridad frente a un rival que juega con un solo grande.

 En apenas cinco minutos ya habían abierto una brecha inesperada (15-25) y habían obligado a Kerr a remover su quinteto.  Edwards se encargó de liderar la reacción. En este Mundial ha confirmado que los galones son suyos. A su toque de corneta se sumó también Mikal Bridges y, por momentos, el encuentro se convirtió en un duelo de pistoleros. EEUU recuperó la iniciativa al descanso (60-59), pero sin que Alemania le perdiera la cara al partido.

Obst, el factor X

Apenas varió el guion en la reanudación, con Alemania marcando la iniciativa y EEUU siempre un paso por detrás, sin dar con las claves para cambiarlo. El equipo germano se mostró muy superior el rebote y además siempre encontró a alguien que sostuviera su ataque, con unos porcentajes altísimos. Así , Andreas Obst, un escolta tirador que tendrá Pablo Laso a sus órdenes este año en el Bayern, se sumó a la cruzada de Franz Wagner, lo más parecido a Nowitzki que ha aparecido en el baloncesto alemán, y también a Schröder, que esta vez sí ofreció su mejor imagen. En EEUU, en cambio, nadie cogió el testigo de Edwards ni Reaves, y así las diferencias se dispararon para el cuadro europeo al final del tercer cuarto (84-94).

La presión empezó a hacer mella en EEUU en el definitivo parcial, en el que cada canasta dispara su valor. Las  acciones del cuadro de Steve Kerr se espesaron y, en cambio, Alemania no perdió su disciplina táctica y siguió jugando con valentía, atacando, y tirando con muchísimo acierto para firmar la condena estadounidense y darle al Mundial de Filipinas una final inédita, que es un premio al baloncesto con mayúsculas.

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