Tras tres temporadas a sus espaldas, Ted Lasso se ha convertido en el mayor éxito de Apple. Ahora, en lo más alto de la cima, la plataforma ha terminado de emitir su entrega final. Mientras unos claman por una cuarta temporada, otros van insinuando que la serie continuará a través de varios 'spin offs' protagonizados por sus personajes secundarios. Ya en su día dije que la serie no era santo de mi devoción, pero como se trata de uno de los títulos que más interesan y más premios acapara, toca esta semana analizar lo que ha sido su despedida.

Lo cierto es que Apple le está comiendo terreno a Netflix desde hace años en aquello en lo que la plataforma se viene dando contra un muro: triunfar en las' sitcoms'. Con los títulos propios, la gran N no ha logrado encontrar con uno que arrase en audiencias; mientras que en los casos que ha tirado de chequera para incluir grandes éxitos de la televisión, ha acabado perdiendo los derechos y viendo cómo la competencia se las llevaba a sus propias plataformas. Como es el caso de 'Friends'.

Ted Lasso llegó con el viento de cara desde antes de su estreno y se ha marchado ahora dejando a sus seguidores con ganas de más. Para los despistados, la serie es una comedia ambientada en el mundo del fútbol británico. La trama arranca con el fichaje de Lasso (Jason Sudeikis) por parte de uno de los grandes equipos de la Liga inglesa, con la particularidad de que se trata de un entrenador que no tiene ni idea de fútbol y que además presume de ello. Puede que para algunos sea un 'spoiler', pero tal y como todos ya imaginábamos al final el equipo no sólo se libra de desaparecer, sino que resulta victorioso. Al final Ted Lasso sí que tenía un método.

Lo primero que hay que decir es que sus creadores se han querido marchar a lo grande. Más presupuesto, más duración de los episodios y por supuesto más dosis de azúcar y blandenguería. Puede que a algunos el momento en el que el equipo le dedica a su entrenador un número musical sacado del repertorio de 'Sonrisas y Lágrimas' les parezca desternillante, pero a mi me daba un poco de vergüenza ajena. Los productores de la serie no han puesto reparos a que el equipo de producción se haya marchado a rodar por varias capitales europeas. También la duración de los episodios se ha vuelto más abultada. De capítulos de media hora en la primera temporada, hemos ido subiendo a cuarenta y cincuenta minutos, para llegar al tramo final en el que hay algunos que tienen más de una hora de metraje. Otra sorpresa es que tenemos a Pep Guardiola haciendo de sí mismo como entrenador del Manchester City, contra el que se enfrenta el Richmond en uno de los episodios finales.

La temporada final había sido preparada para entregarnos el duelo final entre Ted Lasso y Nate (Nick Mohammed), el que había sido su pupilo en el vestuario y que al final de la pasada temporada se pasó al lado oscuro para irse a entrenar al equipo rival. Pero en el ADN de la serie, ni en el de Ted Lasso se encuentra eso de las confrontaciones. Todo es 'happy flower' y buen rollo y la historia con Nate no es tanto la del combate, como la de su redención. Al ser encumbrado para entrenar a otro de los equipos de la liga inglesa, Nate descubre que esto no le hace feliz. Sobre todo cuando lleva a cenar a uno de sus restaurantes favoritos a una despampanante modelo, porque es al que le gustaba ir a comer con sus padres, ésta le dice indignada que esos platos no quedan bien para subir la foto al Instagram. Nate va descubriendo que le interesa más lo que le pueda contar la camarera del ese local que cualquiera de las superficiales influencers con las que ahora puede ir a cenar cuando quiera. Mientras su nuevo jefe le mira con desprecio por no saber apreciar todo lo que le está poniendo en bandeja de plata. Y enfrente tiene a Ted, sobre el que Nate ha descargado todo su odio. Ted no quiere entrar al trapo en la espiral de las descalificaciones tras las primeras ruedas de prensa incendiarias de su autoproclamado rival; ni tampoco quiere hacer leña del árbol caído cuando llega el momento en el que el propio Nate el que decide abandonar el bando del enemigo.

Éste sería el resumen de la filosofía de Ted Lasso. En un momento en que el que en nuestra socidad parece triunfar el que dice la burrada más gorda y se funciona a base de 'clickbait'. Una revindicación de las personas sencillas y sin artificiosidades en un mundo inundado por la superficialidad y la permanente crispación de las redes. Con estas premisas, Ted Lasso sería perfecta para pero no consigo conectar con ella. Quizá le falta un toque mucho más ácido. Hasta llegar a la confrontación final con el equipo enemigo, la temporada final se ha aderezado con otras tramas como la filtración de un vídeo sexual de una de las protagonistas (Juno Temple) o una conspiración para la creación de una superliga que recuerda mucho a la que trató de poner en su día Florentino Pérez. Aquí era un millonario nigeriano, que aspiraba a ser uno de los villanos de la serie, pero cuya trama también parece que se la han ventilado demasiado rápido.

Brendan Hunt Joe Kelly, los creadores de la serie, parece que tienen carta blanca para hacer lo que quieran en la casa de la manzana. Este mismo año han tenido otro éxito con la comedia 'Terapia sin filtro', que nos traía sin comerlo ni beberlo como un secundario de superlujo a Harrison Ford, que esta semana arrasa en las taquillas de todo el mundo poniéndose por última vez el sombrero y el látigo de Indiana Jones. La aventura está servida.