El Valencia se sacudió un poco la presión de los últimos partidos, en los que sí dio la talla ante rivales de entidad, y no pasó de un pírrico empate en Alzira, donde lo mejor fue el pique entre Joaquín y Pablo por ganarse el favor de Emery y la aportación de los jóvenes, un puñado de juveniles que vienen con fuerza y que tuvieron su máxima expresión en Isco, un chico de 17 años que fue el autor del único gol del partido. Para él, sin ninguna duda, el partido sí fue importante, pero tan ilusionante o más es que jugadores como Joaquín, Pablo, Vicente o Baraja se tomen en serio un choque de estas características y lo intenten todo para hacer las cosas bien, aunque al final el resultado en el marcador sea el que es y pueda saber a poco. Mucho más drá de sí el partido el próximo viernes, en el que el Valencia se medirá al Sevilla en su debut en el trofeo Carranza. Ese sí va a ser un partido casi de competición, un anticipo además de la liga que estará sólo a dos semanas vista.

César y Moyà

Si la pugna entre Pablo y Joaquín promete, tan complicado se lo van a poner o más en la portería César y Miguel Ángel Moyà. Buena noticia, sí, pero decisión complicada para el entrenador. A Moyà lo han traído para ser titular y, de hecho, lo ficharon antes de que César firmara la renovación, pero el veterano no tira la toalla y está demostrando en cada partido que está en un momento excelente de forma.

Con el Espanyol

La grandeza de los clubes se demuestra en el terreno de juego y también en muchos otros detalles. Hace ahora dos años, ni el presidente del Valencia CF ni ninguno de sus jugadores emblemáticos aparecieron por los actos de homenaje a Antonio Puerta en Sevilla. Ayer, en cambio, el presidente y David Albelda acompañaron a la familia españolista en el dolor por la pérdida de su capitán. La diferencia es más que evidente.

Albiol, no cambies

Albiol, no hagas caso. No cambies aunque el capitán del Real Madrid te diga que no seas tan de pueblo. Sé tú mismo, no te dejes llevar por el glamour de ese equipo ni te creas superior a nadie. Ser de Vilamarxant no es ninguna deshonra ni es menos que ser de la capital, ni siquiera de la capital de España.