El Levante empezó el año puntuando con un partido en tonos grisáceos que aun así podría haber ganado si Fermín no tuviera un ojo de halcón conectado al Banderín. El Mallorca fue un gran rival, contundente por arriba y con arrestos en ataque. Por tanto, no hay nada que objetar al marcador, sostenido por Munúa, ni muchos peros tampoco que ponerle a un conjunto sin cuatro titulares fijos en el once inicial entre lesiones y sancionados. Tras alcanzar la barrera psicológica de los 30 puntos, los de JIM se mantienen en zona Champions.

Parece poco, es mucho

La exigencia de ser cuartos y haber perdido sólo un partido en el Ciutat hace que un empate con el Mallorca sepa a poco. Sin embargo, no conviene olvidar quién es y de qué está hecho el Levante. Tampoco pasar por alto que un rival como el de ayer celebre por lo alto puntuar en Orriols y que de salida asuma su inferioridad ante uno de los mejores equipos de la Liga. De ahí que no se ganara un puntito... Es un puntazo.

Plantilla debilitada

El punto que hace 30 tiene más valor aún si cabe porque el Levante ha empezado el año con la plantilla debilitada. Perdió a Juanlu en el último partido del año para cuatro meses, por el camino se quedó Valdo y gente como Wellington, que sobre el papel debería estar para competir por esos puestos, nunca ha estado. Jugar sin alas condenó a los granotas a morir por el centro, abusar del fútbol directo y merodear poco la portería de Aouate, con contados disparos y acciones a balón parado. No hay duda de que el primer partido de 2012 destapó la conversación entre técnicos y presidente del pasado miércoles en Casa Balaguer. La plantilla está corta de puñales específicos para los costados y ni Barkero ni el Zhar, pese a toda su calidad, guardan parecido con Juanlu. El partido sirvió hasta para pensarse si además del punta y el extremo zurdo no vendría bien uno derecho.

El perjuicio de la Copa

Mientras que la plantilla esté cogida con alfileres en esos puestos será inevitable convencerse de los evidentes perjuicios de la Copa. Todavía más tras escuchar a una voz autorizada como Juanfran reconocer que un torneo en el que se engorda para morir es un desgaste para los jugadores. Los habrá en el club que oyeran sus palabras y se sintieran disgustados, pero ni es el único que lo piensa ni dijo nada que no sea realista y sincero. El equipo va a ir por todas ante el Alcorcón, cuyo nombre Juan Ignacio dejó escrito en la pizarra del vestuario. Pero pese a la ilusión por continuar adelante, no hay que obviar que lo mejor es seguir dosificando bien los esfuerzos.

¿Casualidad? No, no.

Hay cosas que parecen casualidades, aunque nada más lejos de la realidad. El personal se queda con que si la cabeza, el brazo y el hombro de Arouna estaban en fuera de juego pero no el resto del cuerpo. Sin embargo, el disparo de Asier con el que se originó la polémica venía de una acción ensayada y de una pantalla bien ejecutada que permitió chutar en la frontal. Es un detalle al que los técnicos dan más valor que los periódicos y que habla del gran trabajo que hay detrás. Mejorar el balón parado era toda una obsesión.

Un canterano al alza

La Copa le ha servido para meter la cabeza y las bajas para quedarse. Debut liguero de Higón. Que siga.