Pese a la derrota, el Levante fue más competitivo de lo que las importantes bajas en el centro del campo hacían presagiar. Es la lectura positiva de una tarde en la que, después de todo, el equipo tuvo a tiro el empate. Con una imagen sólida, lo mejor fue la demostración de que por este camino la salvación matemática será un hecho más pronto que tarde. No hay duda del cambio de chip mental y de que se ha recuperado la confianza perdida en la mala racha. Hacerle ocasiones reales de peligro es harto complicado y, sin embargo, lo raro fue quedarse sin marcar.

Decisiones en contra

Sin servir de excusa, Iglesias Villanueva perjudicó al Levante. La falta del gol no era, a Rondón le perdonó la expulsión por un codazo a Ballesteros y en el lío de la sustitución, aun llevando la razón, tal vez pudo ser más flexible sobre la marcha. Demasiado como para no tenerlo en cuenta con lo estrecho que estaba el marcador en la recta final.

Paso a la normalidad

Juan Ignacio se la jugó con una decisión impopular al meter a Botelho antes que a Rubén Suárez. El brasileño entró con buen pie, pero pese a sus «galopadas» tendrá que dar más y ser menos gélido para hacer borrón y cuenta nueva. De todos modos, es un paso interesante.

Navarro sigue inédito

Toda cara tiene su cruz y la del descubrimiento de Cabral es Navarro. El exvalencianista, que lleva tres citaciones seguidas, aún no ha debutado y tiene difícil abrirse sitio en el centro de la zaga. Resulta llamativo, porque terminará contrato en junio y en el mejor de los casos no va a jugar hasta la mitad de marzo.

Sin olfato goleador

Ghezzal tuvo dos ocasiones para estrenarse, pero por desgracia lo hizo en propia meta. Una vez más, el argelino estuvo de notable alto pese a que el gol no es su fuerte. Si lo fuera, el sueño europeo, que sigue estando latente, sería más fácil.

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