Francisco Roig y Manuel Llorente son una pareja de hecho del valencianismo futbolístico unidos por el veredicto de Mestalla. Del ´Paco vete ya´, al ´Llorente vete ya´ han pasado justos tres lustros y un día, aunque sea diferente el desenlace final de uno y otro. Mientras Paco dimitió después de darse cuenta que su proyecto se quedó sin el apoyo de la afición, Llorente se comporta como un funcionario del fútbol. Aquel gol de Pauleta, el 30 de noviembre de 1997, demostró que el Valencia iba en la dirección contraria que marcaba su presidente. «Cumplo como un hombre lo que prometí y me marcho», dijo Roig entonces. La vergonzosa goleada de la Real Sociedad deja al descubierto la despótica planificación deportiva actual. «Sobre mi futuro, cuando llegue el momento ya hablaré de ese tema», afirmó Llorente la noche del sábado después de anunciar que se cargaba a Pellegrino. No entendió nada, lo que Mestalla exigía concretamente era saber cuando iba a dejar de intervenir en las decisiones del Valencia, pues todo el mundo sabe que la decisión equivocada de traer a El Flaco fue consensuada entre Manolo y Llorente.

Pellegrino por decreto

Llama la atención que mientras la elección de Pellegrino fue una decisión unilateral de Llorente, ahora sea Braulio Vázquez quién busque el sustituto, cayendo sobre él toda la responsabilidad. O sea, el marrón se lo come el gallego, aunque le está bien empleado. Si el secretario técnico hubiera manifestado entonces su discrepancia con el presidente mejor nos hubiera ido, pero ese es otro tema. El Flaco era el peor candidato para superar a Emery, pues se debía buscar un entrenador contrastado y solvente, en vez de un novato con buen discurso y poca práctica. Había cola para elegir bien, pero Llorente se dejó llevar por el peor de los instintos de un cargo con tanta responsabilidad, y haciendo caso omiso de las advertencias firmó a Pellegrino por dos años. Cuando algún consejero le advertía del error, lo despreciaba.

Perfil bajo

Llorente nunca contratará al entrenador que necesita el Valencia, porque cualquier técnico que se precie exigirá autonomía en su parcela, buenos jugadores y menos compadreo de los dirigentes con la plantilla. O sea que a la primera visita a Paterna del presidente, discusión de campeonato. En ninguno de los tres casos, Llorente está dispuesto a ceder, pues su visión deportiva del Valencia es tan antigua como inviable. Él decide todo bajo parámetros confusos. Por eso, Braulio Vázquez es su director deportivo ideal, porque cumple a rajatabla los dictados de Llorente, sin rechistar. ¡Con la cantidad de exjugadores valencianistas preparados y con buen gusto futbolístico!

¿Quién lo tira?

Si Llorente se dedicara sólo a la gestión económica y diera la confianza plena a un director deportivo para fichar a un entrenador, y ambos consensuar los fichajes, el Valencia sería otro. Pero eso no va a pasar. Llorente no cambiará. Además, ¿quién lo tira? El Consejo de Administración puede, pero después que ni uno de ellos saliera a defenderse de los ataques de los accionistas, parece imposible que algún valiente dé el paso al frente. Encima, Llorente ya se ha encargado de dejar la vicepresidencia desierta.

Fundació VCF

La máxima accionista del Valencia es la Fundació. Pero con un Patronato controlado por el propio club y las instituciones es imposible una revolución. Los consejeros están protegidos mientras todos los golpes van a Llorente, y la Generalitat, Diputación y Ayuntamiento disponen de suficientes problemas diarios para meterse en un club del fútbol en plena ebullición. Queda la posibilidad que un paquete minoritario de accionistas se sindique para reclamar la convocatoria de una Junta Extraordinaria, pero la dispersión de títulos y el cronómetro en contra lo hacen inviable.

Alberto Fabra

El Valencia es un equipo nacionalizado, en este caso por Francisco Camps. El presidente Fabra recogió la herencia. Siendo alcalde de Castelló se opuso a la inversión de dinero público para salvar el CD Castellón, sin embargo ahora y con los problemas que tiene no sabe qué hacer. Siempre que se ha visto con Llorente le ha manifestado su apoyo, pero estaría encantado que viniera un inversor para recuperar los 80 millones del Instituto Valenciano de Finanzas.

Alfonso Rus

Fabra también estaría encantado que el alcalde de Xàtiva cumpliera su sueño de presidir el Valencia. Pero el presidente de la Diputació pretende terminar su mandato y después, en el caso que no opte a la reelección, entrar al Valencia pero con un plan de financiación claro y transparente, con apoyo de inversores. Rus permanece dos años en el banquillo, eso sí muy atento a cualquier movimiento.

Rita Barberá

La alcaldesa está muy enfadada con el Valencia. La razón es el trozo de cemento levantado en la avenida de les Corts Valencianes. No entiende como después de todas las facilidades burocráticas, el club ha sido incapaz de terminar la obra. Sabe que a Llorente es lo que menos le importa en estos momentos y aunque tiene a medio equipo de su gobierno atento a lo que pasa en Mestalla, aplaudiría la llegada de unos nuevos gestores que se comprometieran a inaugurar el Nou Mestalla antes de mayo de 2015, fecha de las próximas elecciones municipales.

Bankia

Llorente negocia la refinanciación de la deuda. El Valencia dispone de los activos suficientes, patrimonio inmobiliario y jugadores, para un nuevo plan financiero. Bankia trata como un cliente preferente al Valencia y no pondrá pegas. Sin embargo, con ese acuerdo, si no se consigue entrar en Champions, sólo queda la opción de vender más jugadores.

Quince días

El Valencia no vuelve a Mestalla hasta dentro de quince días ante el Rayo Vallecano. El miércoles va a Lille con la clasificación en Champions conseguida y luego doble enfrentamiento en Liga y Copa en Pamplona. Llorente dispone de quince días para aplacar la ira del valencianismo. Eso es lo que hay.