Aunque jugar en viernes, más todavía tras haberlo hecho el martes, continúa haciéndose raro, el Ciutat tiene que reeditar en la medida de lo posible el ambiente de los días contra el Almería y el Derbi. El del Deportivo, victorioso en la batalla por Oriol, no es un partido más, sino el que puede darle al Levante la inercia necesaria para encarar la dura cuesta de enero con una dosis extra de confianza. Por el bien del Levante, este es momento de que jugadores, entrenador, técnicos, directivos y afición remen juntos por encima de las lógicas y necesarias discrepancias que puedan ir surgiendo en el día a día. Este no es momento de desquicies ni hacerse cruces con el fantasma del descenso, entre otras cosas porque el equipo no ha dejado de competir desde el cambio en el banquillo. Tampoco de que el estrés en vez de un aliciente que sirva para apretar acabe ahogando. Sin vender burras, hay que cambiar el chip a un modo más constructivo y positivo. Mañana hay una gran final, la primera de las muchas que le esperan a Orriols esta temporada y en la que se puede perder pero nunca fallar.

Palabras mayores

La diferencia esencial entre este Levante y el de temporadas pasadas es la ausencia de una gran figura al estilo Koné, Martins o Keylor. Así que tal vez sea por ahí por donde habría que apuntar ahora que el mercado lo permite. La opción de Oriol Riera era buena por ser de consenso, pero la de Gilardino son palabras mayores. Javi Guerra es un delantero conocido por estos lares y si no se tuerce probablemente sea el que al final venga. Sin embargo, la misma garantía hay con el delantero del ascenso que con el italiano de que salga bien o mal. Gilardino es un futbolista de otro nivel al que los números y su larga lista de pretendientes siguen avalando. Teniéndolo a tiro como se le ha puesto, el club debería agotar todas las vías para ficharlo. El mercado de enero es especialmente complicado, pero si de lo que se trata es de pegarle un empujón a la plantilla, a candidatos como Gilardino o Tachtsidis no se les puede poner ninguna pega. Eso sí, con independencia de posibles refuerzos y bajas, la permanencia va a continuar siendo cosa de la columna vertebral que hay ahora. Se va a sufrir este año y hasta el final.

Más que un lema

Que el Levante es un club especial lo saben los que trabajan dentro, los primeros conscientes de que una de las claves desde el regreso a Primera es la buena sintonía con la que se ha trabajado tanto en los despachos como en el vestuario por encima de discrepancias y momentos duros. Lo de la unión en Orriols es algo más que un lema.