Una mañana desperté con un mensaje de washap de un interlocutor que diré desconocido. Era un mensaje extenso, denso y profundo. Mucho que leer y mucho que pensar. Mi amigo desconocido me había enviado un texto de Forges, que es un dibujante al que un día le dio por escribir. El resumen es fácil; porqué cree Forges que España se ha convertido en un país mediocre. Y sí, después de leer y releer aquellas ´letras arrejuntadas´ y después de interiorizar lo que trataban de explicarme, no pude más que hacer mi propio paralelismo con el Valencia. ¿Por qué el Valencia se había convertido en un club de fútbol mediocre que ha necesitado ser vendido en subasta pública para no morir por el camino? Avancemos.

Entre otras cosas, dice Forges que España se ha convertido en un país mediocre porque la brillantez del otro provoca recelo, porque elevamos a categoría de dirigentes a los más mediocres de la clase y porque votamos a «los nuestros» sin fijarnos en qué han hecho o si reúnen méritos para llegar hasta donde han llegado. Dice Forges que somos un país mediocre porque la televisión se ha llenado de mediocres que chillan más que el de al lado, y a los que además permitimos apagar a gritos los argumentos del otro. España es mediocre porque hemos aceptado vivir en la mediocridad hasta el punto que la tomamos como el estado natural de las cosas. Y no es así. O al menos no debería ser así. No quiero más crisis pero algo bueno ha traído; ha purgado personajes y comportamientos. Y lo que es mejor, ha terminado con impunidades. Hay cosas que no se perdonan cuando uno ya no tiene un plato caliente que comer cada día. Por fin, ya no vale todo.

Calma a la tropa que hoy no ´arrejunto´ cuatro letras para hablar de política. Aborrezco la política y a los políticos. Hoy ´arrejunto´ cuatro letras porque el tal Forges me ha hecho pensar en mi equipo de fútbol. Repito la pregunta; ¿Por qué el Valencia se había convertido en un club de fútbol mediocre que ha necesitado ser vendido en subasta pública para no morir por el camino? Forges los llama mediocres pero yo soy más de Rosendo; se llama MAMONEO. Las crisis purgan comportamientos y personajes y el Valencia acaba de superar la peor crisis de su historia. Sí, el proceso de venta también ha purgado y para bien. Se acabó el mamoneo aunque algunos no se han enterado todavía. Allá ellos.

Ya no vale defender a ´los míos´ sin pensar en el Valencia. Ya no vale el recelo a la brillantez del otro aunque tenga que pasar por encima de los intereses del Valencia. Ya no vale un mediocre que se rodea de mediocres para ser un tuerto que gobierna en el país de los ciegos, aunque el perjudicado sea el Valencia. El proceso de venta ha purgado hasta los comportamientos de los periodistas. Ya no vale de nada seguir chantajeando al Valencia porque ya no lo gobiernan mediocres puestos por mediocres a cambio de favores mediocres. Se terminó el pesebre. Cuando el chantaje no funciona la mentira tiene las patas cortas. Ha cambiado hasta el mensaje. En Valencia la gente ya no se pregunta qué decimos los periodistas, se pregunta porqué lo decimos y porqué lo decimos ahora. El proceso de venta nos ha dejado con el culo al aire a todos; aquello de ´este inversor es el bueno porque es amigo mío´ tiene sus consecuencias. Ya no vale defender a un futbolista porque es amigo mío. Ya no vale defender a un representante porque me cuenta cosas, ya no vale defender a este entrenador porque lo encuentro de noche en algún garito y ya no vale defender a un presidente o a un director deportivo porque se pone al teléfono. Ahora respondemos ante los valencianistas y no ante el mediocre de turno. Serán ellos quienes nos juzguen.

Una vez me dijo Vicente Bau que el periodista deportivo debe mojarse y lo voy a hacer. Si me equivoco será mi error pero no cargará sobre mi conciencia porque lo escribo con el corazón en la mano. En mi vida había visto un Valencia con las ideas tan claras como lo veo ahora. En mi vida había visto a dirigentes con la determinación de los actuales. Seamos justos, en el pasado reciente (y no tan reciente) no todos han sido mediocres del mamoneo, pero ninguno ha tenido la valentía de Salvo y Rufete. Y lo que es mejor, ninguno ha gozado del poderío económico del que disfrutan ellos ahora. Lo escribo porque lo pienso, pero ahora, volver a jugar una final de la Liga de Campeones no es un sueño, es un objetivo que cada día se aproxima un poco más. PD: Dime pelota y mediocre, pero me da igual.