Como bien dijo Quique Sánchez Flores, el tiempo al final suele colocar las cosas en su sitio. Entre ellas, lo que el tiempo empieza a dibujar es a este Valencia en el lugar donde tiene que estar, un equipo al que no podemos pedir que en seis meses sea el mejor de Europa, pero sí que se consolide entre los cuatro primeros de la Liga aunque sea ganando partidos como este del Getafe, con un penalti absurdo, llorando y sufriendo hasta el final, si es que no puede ser de otra manera. Cuando la competición se dirije inexorablemente hacia las jornadas decisivas, cuando todos los equipos se juegan la temporada en cada partido, es el momento de tomar las de Villadiego, o lo que es más o menos lo mismo, lo único que empieza a importar es ganar donde tus rivales empatan y empatar donde ellos pierden. A estas alturas, de aquí hasta que acabe este primer acto del proyecto Lim ya sólo es posible mejorar a base de resultados, de victorias como esta que metan al equipo cuanto más arriba mejor, es la manera de esconder cualquier sombra de duda, porque las hay.

Y algún día también habrá que perder, como el Atlético de Madrid o el Villarreal. Igual hasta Nuno tiene razón y este Valencia es un verdadero equipazo, pero sólo en potencia, cuando jugadores y entrenador sumen cincuenta partidos de máxima exigencia juntos. Mientras, los números del portugués son indiscutibles, sus 31 puntos en casa y los 47 en total apuntan a récord, aunque mejor que un registro más o menos para enmarcar el auténtico premio es alcanzar el objetivo. Seguir sufriendo habrá valido la pena si es para pelear codo a codo por ser terceros, mucho más que para ser séptimos como hace un año sin ir más lejos. Y la diversión estará garantizada.