Siempre que acaba un año es lógico hacer un balance de lo bueno y lo malo que ha ocurrido durante el mismo y teniendo la oportunidad de escribir un último artículo en Superdeporte voy a tratar de hacer lo propio aplicándolo al Valencia CF. El año que hoy acaba, ha tenido dos caras muy diferentes para el conjunto de Mestalla. Los primeros seis meses fueron bonitos y de alegrías para la parroquia valencianista porque el equipo disputó una semifinal de la Copa del Rey, y porque en mayo se confirmó el regreso del equipo a la máxima competición de clubes que es la Champions. Sin ninguna duda, parecía que finalmente y tras varios años por el desierto la entidad había encontrado un camino firme y seguro bajo la dirección de Marcelino García Toral. Sin embargo, los seis meses siguientes han sido todo lo contrario, el Valencia CF no ha sido capaz de evolucionar hacia un equipo competitivo y capaz de aguantar la doble competición y a las primeras de cambio ha quedado apeado de la Champions y además se encuentra lejísimos de los puestos de Champions en la Liga.

Este 2018 ha sido un año agridulce, un año en el que la gran alegría de una cuarta plaza que le ha dado al club la opción de volver a coger la senda de crecer a través de los ingresos por competiciones, ha evidenciado que cualquier mínimo error deportivo tiene a la entidad abocada una gravísima problemática económica. El Valencia, lleva más de una década acumulando problemas económicos procedentes de gestiones que nada tienen que ver con la actual, o con algunas de las anteriores, pero también es cierto que a los actuales gestores ya se les ha agotado ese tiempo en el que se podía utilizar la 'herencia recibida' como excusa para protegerse ante cualquier crítica. La gestión de Meriton en el Valencia está dejando mucho que desear a nivel económico, porque pese a que desde el club quieran asegurar que la deuda no es preocupante, ellos mismos saben que los balances de la entidad no mienten y ya sitúan la misma por encima de los 500 millones de euros.

En verano yo aplaudí, y volvería hacerlo, que los gestores hicieran una apuesta arriesgada pero valiente por lo deportivo pese a los riesgos en lo económico. El club sabía que no vender a ninguno de los futbolistas por los que hubieron grandes ofertas y además gastar más de 100 millones de euros fichajes solo podía sostenerse si volvía salir una buena temporada a nivel de clasificación en Liga y también en Europa. Tengo que decir que Meriton y Alemany pusieron toda la carne en la asador en verano pero Marcelino no ha sabido gestionar esa gran inversión deportiva y la plantilla que él mismo conformó ha rendido muy por debajo de lo esperado.

El enamoramiento de una buena parte de la afición con el técnico asturiano ha provocado que este siga teniendo muchos adeptos dentro del valencianismo, de hecho, es la primera vez en mi vida que veo ese apoyo total hacia un entrenador pese a que los resultados a cualquier otro técnico le hubieran costado el cargo en Mestalla. Ahora bien, llegados a este punto sólo me queda desear que a partir del próximo sábado en Vitoria el equipo empieza a carburar, el equipo empiece a ganar partidos y que la remontada iniciada con el gol de Piccini no se quede en flor de un día. Ojalá a final de enero podamos estar hablando de un Valencia peleando en las rondas finales de la Copa y de un equipo que necesitando una remontada en la Liga tiene vivas sus opciones para poder llegar a estar en de los cuatro primeros. Sé que es casi imposible pero me acojo ese sentimiento de tantos valencianistas que siempre, siempre quieren ver un lado positivo a las cosas y nunca dejan de creer.

Más allá de lo deportivo, a este 2019 que hoy acabamos le pido un camino para el club, una senda para ponerle solución definitiva a esos tres o cuatro problemas que llevan ahogando a la entidad más de una década. Le pido a Mateu Alemany, como máximo dirigente, que sea capaz de hacerle ver a Meriton que el club necesita un plan de viabilidad para acabar de una vez por todas el nuevo estadio y resolver los problemas que vienen coleando desde hace muchos años como Porxinos o la famosa multa de Bruselas. El Valencia necesita liberarse de esa soga, necesita poder tener un camino mucho más despejado en lo económico y tener claro que podrá vender la parcela del viejo estadio porque va a acabar definitivamente el nuevo. Pase lo que pase en lo que resta de temporada, sería bueno que la entidad tomará una decisión drástica en verano y si tiene que vender jugadores que lo haga pero si hay ventas importantes que sean para de una vez por todas acabar el nuevo estadio de Mestalla. El aficionado valencianista siempre va a estar como así lo demuestra la historia. En este año que vamos a inaugurar y en el que celebraremos nuestro centenario creo que sería el mejor momento posible para dar un golpe encima de la mesa y ordenar de una vez por todas las finanzas del club. Si uno se lee los maravillosos libros que hay sobre la historia del club, algunos de ellos escritos hace muchos años, se da cuenta de que el Valencia CF siempre ha resurgido después de caer y ahora llevamos muchos años en esa caída y es necesario resetear para poder volver a ser grandes. Ese es mi gran deseo para 2019, que en el Valencia CF prime por encima de todo poder ordenar el club y nos dejemos de fichajes pasajeros que al final son sólo flor de un día. Ahora es el momento de poner los cimientos para construir otros gloriosos 100 años de historia.