Valencianista de cuna. Valenciano y valencianista de siempre. Mis primeros años de vida los pasé en Madrid en un colegio en el que, de los 40 niños que formábamos el grupo, 39 eran por supuesto seguidores del Real Madrid. Y luego estaba yo, el único, el uno, valencianista de siempre y orgulloso de ser y haber nacido valenciano y valencianista de alguna forma. En el 'cole' siempre sufría mucho. Casi siempre ganaba el Madrid y mis compañeros no paraban de darme caña. Pero yo seguía y he seguido siempre siendo de corazón valencianista. Y luego, con el paso del tiempo, hice dos ídolos imposibles de olvidar. Dos ídolos auténticos... y una vinculación familiar que a continuación les voy a contar. Vamos...

Primeros pasos

Ya como periodista, en tiempos de maricastaña, tuve la enorme fortuna de compartir vivencias y momentos inolvidables con el gran Mario Alberto Kempes, mi ídolo y un referente universal de todo lo que signifique y represente al Valencia Club de Fútbol. La hice de mis primeras entrevistas, todavía como jugador del Valencia, y eso no se me olvidará en mi vida. Y también un suceso sorprendente. Hubo un día en que el Valencia tuvo que devolverlo a Argentina por impago. Y yo estaba en la sede del club y de alguna forma me enteré de eso antes que el propio Mario Alberto. Fue un notición espectacular repleto de lágrimas. Como periodista di un notición, pero como aficionado al fútbol y enamorado del Valencia se me saltaron las lágrimas solo con decirle adiós. Fue un tema verdaderamente especial. De esos que marcan toda una vida. Imposible de olvidar.

El gran Tuzón

Luego, el mágico paso del tiempo me otorgó una relación de trabajo especial. Don Arturo Tuzón, el gran Don Arturo, me nombró Director de Relaciones Externas del propio Valencia CF y aquella fue una época para mí realmente complicada y feliz, made in Valencia. Aprendí un disparate, fui protagonista de la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva -la viví desde dentro y en primera persona- y luego llegó una guerra de vanidades y un disparate tras otro que acabaron dando con mis huesos fuera del club, con Paco Roig como presidente y el gran Jaime Ortí comunicándome mi despido de una forma cariñosa y sincera que jamás en toda mi vida podré olvidar. Y Tuzón, mi Tuzón, se había marchado unos días antes. Todo fue especial y distinto. Y eso marca a una persona y a un periodista de forma permanente.

Y la familia

Y miren, ya con el paso del tiempo, no puedo olvidar de ninguna manera a miembros de mi familia que compartieron trabajo y amor conmigo hacia este Valencia CF. El primero, mi tío carnal, el doctor Ribes, siempre puro en mano y vigilando cuanta lesión pudiera producirse en el Valencia, alguien inolvidable. Y su hija, años después, mi prima, que mantuvo una pensión de futbolistas del Valencia CF casi hasta el fin de sus días. Maria José, que así se llamaba, forma parte también de esta pequeña historia de cien años en la vida del Valencia. Y por último mi hijo mayor, Gonzalo, que fue recuperador-readaptador de la escuela, enamorado y vinculado al Valencia CF Femenino y al final recuperador del primer equipo del Valencia. Como ven para mí no se trata de una celebración más, de un aniversario cualquiera. En este Centenario del Valencia CF, al margen de mi ilusión por una entidad, va incluida de forma directa mi vinculación personal. Y el final es claro. Amunt Valencia, señoras y señores. Es un Centenario que ha marcado mi vida de forma muy directa. Enorme.

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