Con el número 1, Cañizares

Hay leyendas que se gestan también desde la calle

Cañizares, en la manifestación del 11D junto a José Manuel Casañ

Cañizares, en la manifestación del 11D junto a José Manuel Casañ / Mario Monsalve

Andrés García

Andrés García

Las leyendas en el fútbol no solo se gestan en el verde. También se gestan en los despachos. Como Luis Casanova o Arturo Tuzón. Incluso en los pasillos del club o en el interior de los vestuarios. Como Don Vicente Peris o el eterno Españeta. O en las gradas. Nuestro Jorge Iranzo. Pero hay leyendas que se gestan también desde la calle.

Que calan tanto por su fútbol como por su compromiso social con la entidad. Y en este caso hablo de Cañete. De Don Santiago Cañizares. Este sábado se habló y mucho del exportero del Valencia en Mestalla. Y eso que no jugaba. Ni juega hace años. Su gesto de bajar a la calle, juntarse con el pueblo, ponerse detrás de una pancarta y dar la cara por la dignidad del Valencia tiene un valor incalculable para el valencianismo.

Fue el único exjugador que antepuso el club a todo. Y eso mereció el aplauso y las palabras de agradecimiento de la afición de principio a fin del recorrido. Desde ayer es un poco más ídolo para todos. Mestalla le hubiera ovacionado. Como durante su carera deportiva. O como en aquella noche inolvidable del Centenario donde fue el gran protagonista. Cañizares sigue escribiendo la historia del club y eso son palabras mayores. Como grande fueron los aplausos de ánimo de la grada a Bordalás y Alderete por el positivo en Covid-19 o el reconocimiento a Antonio Barragán. O como grandes son el minuto 19 y el 64 (19 de la segunda parte).

Un ritual que se ha convertido en norma para el valencianismo contra Peter Lim y contra la censura de LaLiga (Mediapro). Mestalla se pone cada día más amarillo ‘Libertad’. Y la cara del dueño, cada vez más roja. Qué sonrojo. La afición salió feliz de Mestalla. Fueron ocho horas de sentimiento en estado puro. El valencianismo defendió la dignidad de su club por la mañana, disfrutó de la vigorosidad de su equipo por la tarde y se volvió loca, ya de noche, con el golazo de Cristiano Piccini a lo Huesca. Aquel gol (también a las puertas de la Navidad) lo cambió todo el año del Centenario. Quien sabe si esta temporada también. Cómo le abrazaban sus compañeros. Cómo saben lo que ha sufrido. Cómo saben lo mucho que se lo merecía. Fue un día redondo. Una doble victoria fuera y dentro del campo. La gente tardará mucho en olvidar este 11-D. Solo les sobró una cosa: Meriton.