Opinión

El árbitro de la final de la Copa del Rey

El Valencia jugó con un ojo mirando a La Cartuja y un oído escuchando los audios de Rubiales y Piqué

Los jugadores protestan un penalti inexistente señalado por Hernández Hernández

Los jugadores protestan un penalti inexistente señalado por Hernández Hernández / EFE

Fue de todo menos un partido de LaLiga. El Valencia jugó con un ojo mirando a La Cartuja y un oído escuchando los audios de Rubiales y Piqué. Las filtraciones no descubren nada que no se supiera o se intuyera respecto al reparto económico de la Supercopa, pero refuerzan al Valencia CF en su particular lucha por la justicia. Cada una de las palabras de ‘Geri’ y ‘Rubi’ es un argumento más para los servicios jurídicos del club. Un motivo más para presentar la demanda. Y para ganarla.

Los audios ayudan a defender al Valencia en los juzgados y a la vez alimentan las sospechas de los valencianistas. ¿Qué pensarán si el árbitro se equivoca flagrantemente el sábado contra el Valencia? Estos ‘pactos’ invitan a desconfiar. La RFEF está obligada a hacer las cosas bien y eso empieza por una buena designación arbitral. Y eso pasa por que no se confirmen los rumores y no sea Hernández Hernández. El árbitro del tuit del «robo» en el Bernabéu no puede pitar la final. El jueves, la respuesta.