El año de la disparidad

Los jugadores del Levante celebran uno de los goles en Copa contra el Andorra

Los jugadores del Levante celebran uno de los goles en Copa contra el Andorra / Francisco Calabuig

Juanma Romero

Juanma Romero

El año deportivo 2022 para el Levante ha puesto ya el punto y final. Año de contrastes y que ahora mismo desvela un halo de optimismo pese a haber sido uno de los más tristes de la historia reciente. El pasado 12 de mayo se consumó el descenso a la categoría de plata tras una dura goleada en el Bernabéu y que certificó un desenlace labrado a base de decisiones erróneas, falta de respuesta a los problemas que iban surgiendo y un rendimiento deficiente en los primeros dos tercios de la competición.

Los cambios y movimientos en verano no fueron tan grandes como muchos podíamos pensar. La postura del club de no malvender y sobre de presentar un proyecto sólido prevaleció para tener una idea muy clara, que el paso por Segunda División tenía que ser interino y fugaz. Los primeros pasos no fueron fáciles. La apuesta valiente y personal con Nafti de Miñambres desprendía esperanza, sobre todo porque la comunión en la confección de la plantilla fue absoluta. Sin embargo el fútbol a veces es más complicado de lo que podamos prever y un arranque poco alentador se llevó a Nafti por delante tras caer frente al Racing el día de todos los valencianos. Con el propio Miñambres como transición, llegó Javi Calleja y su aterrizaje no ha podido sentar mejor. El Levante, todavía en transición, parece haber pasado el punto de inflexión para poco a poco confirmar con hechos su condición de aspirante y favorito. Pese al lastre de la efectividad y las complicaciones que sobre todo está teniendo el equipo en el Ciutat para desatascar los partidos, el cuadro granota está con las opciones más que abiertas para subirse al tren de la máxima categoría. En ciernes, una segunda vuelta que promete emociones fuertes aunque estoy convencido que sus últimas líneas serán para escribir otra página grande en la historia.

Sin perder de vista las prioridades, hoy el equipo conocerá su siguiente rival en la Copa del Rey. Tras superar al Olot y al Andorra el Levante ya está entre los 32 equipos que siguen vivos en un torneo que irremediablemente nos transporta a esa semifinal de hace dos años contra el Athletic y que permitió soñar durante muchos minutos con una histórica final. Insisto, sin ser el gran objetivo, todo lo que sea ilusionar, ganar y competir será bienvenido. Además, esta Copa se presenta como un impulsor a jugadores con menos protagonismo en la liga. Uno de ellos es Cantero. Con una incidencia descendente respecto al inicio de la temporada, son muchos los rumores que apuntan a si sería bueno o no encontrarle una salida temporal. Joven y con hambre, Cantero tiene un carácter irreductible, y aunque lógicamente querría jugar más, su deseo es pelear por ponérselo difícil a Calleja. Su gran tanto frente al Andorra debe reactivarlo y hacerle sumar enteros para el técnico madrileño, sabiendo que el punto de mira no termina de estar del todo entonado. Darle confianza es casi una obligación moral.

Este viernes por cierto hay doble cita en La Fonteta. El Valencia Basket de Rubén Burgos, marcha lanzado y el de hoy es un buen encuentro para calibrar la evolución de otra jugadora criada en l´Alqueria, Claudia Contell y que está creciendo en Murcia. Cotano pondrá la nota emotiva. Más tarde llegará el turno para la Euroliga masculina. Los dos triunfos conseguidos de manera contundente ante Girona y Granada han servido para evidenciar que con coralidad, ese gen que hizo grande al Valencia Basket, todo es posible. Los chicos de Mumbrú tienen una buena oportunidad de regalar una victoria de prestigio a su afición ante el Barcelona y recuperar algo de credibilidad, sobre todo ante aquellos que han arrojado la toalla antes de tiempo.

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