El partido de los partidos

La semana ha sido eterna, por fin ha llegado el día de escribir otra página brillante en la historia

Ambiente de Primera en el entrenamiento a puertas abiertas

Ambiente de Primera en el entrenamiento a puertas abiertas / F. Calabuig

Juanma Romero

Juanma Romero

Se está haciendo larga la semana, eterna. Desde que acabó el partido del domingo en Mendizorroza, la cuenta atrás para la final del Ciutat se puso en marcha, y como en otras circunstancias de la vida, algo que deseas que llegue ya, parece que se demore más de lo que toca. Y es que el choque de esta noche es el partido de los partidos. Hacía tiempo que no recordaba una movilización tan grande del levantinismo y es algo que hay que remarcar. Aquellos que pensaban, o querían hacerlo de manera premeditada, que la familia granota estaba exterminada o en vías de extinción se equivocaron, y bastante. La movilización durante toda la temporada ha sido brutal, casi diría que excelsa. El anhelo por recuperar lo que el curso deportivo pasado arrebató al Levante ha roto todos los muros y moldes para el seguidor granota al que solo le ha faltado salir a marcar algún gol en esos choques en los que la puntería puso al límite del ataque de nervios a más de uno.

El Ciutat se volverá a engalanar con su mejor traje para la gran cita. Hoy no, creo que no es el momento, de sacar a colación el proceso de venta de las entradas para el duelo ante el Alavés y que sé ha despertado malestar en muchos aficionados. Posiblemente no se ha hecho del todo bien, pero eso ahora debe quedar fuera de la lupa porque lo verdaderamente importante tiene una incidencia máxima. Ya llegará el momento de hacer reflexión y también crítica, pero a su hora. Hoy no toca. Y no es pertinente porque el club se juega mucho este sábado. No es solo un ascenso en la culminación de un retorno rápido que enjugue el palo que supuso la pérdida de categoría tras un asentamiento que parecía totalmente edificado entre los grandes. Con cierto atisbo del juego de la ruleta rusa, el Levante tiene ante sí casi un todo o nada. Despojado de muchos menos efectivos de los que se podían esperar, o incluso de los que expertos en finanzas hubieran recomendado, el Levante enfiló esta campaña con un riesgo que ganó enteros tras no acceder al primer tren del ascenso. La competición ha dado otra oportunidad, y esta, es innegociable en su aceptación.

Los precedentes se entremezclan como aliados. El Alavés no le ha marcado al Levante en los más de 270 minutos que ha medido a las dos escuadras. Confirmar esta tendencia aseguraría la misión, aunque fuera de la forma menos brillante y más sufrida. Pese a esto, el vestuario ha manifestado que el equipo quiere y va a salir a ganar. Es lo más coherente. El Levante se debe a su gente y ha de salir con el cuchillo entre los dientes. Los 25.000 espectadores esperan a un equipo que se vacíe, pelee y por supuesto, consiga el triunfo. La historia levantinista espera dibujar una nueva lámina que ni será mejor ni peor que otra, porque este hipotético ascenso será distinto al logrado ante el Xerez, Lleida, Castellón, Oviedo o Deportivo y lo que tendrá en común con el resto es que recordará que el Levante no está respaldado por un sector residual valenciano, ni por gente de dos equipos. Evidenciará que es un club muy vivo, con un gen que lo hace diferente y con una estructura preparada para luchar contra los mejores. Hágase realidad. Como bien reza el himno, ‘el triunfo te espera’.

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