Travesía en marcha

Más allá de las cabezas que rueden, para el Levante UD es clave volver al espíritu de 2009 para rehacerse

Lamentos tras el no ascenso del Levante UD

Lamentos tras el no ascenso del Levante UD / Francisco Calabuig

Rafa Marín

Rafa Marín

Un Quico completamente desolado bajó al vestuario para hacer partícipes a futbolistas, técnicos y empleados varios de la encrucijada en la que el no ascenso deja al Levante UD. Fue así como a la espera de que convoque a su Consejo y dé las explicaciones pertinentes ante el Patronato, el presidente pidió «comprensión». El mensaje es a oídos de los destinatarios la antesala a una mesa de negociación para condonar deudas y levantar el pie, sobre todo por las previsibles rescisiones y rebajas de contratos necesarias para reducir los 23 millones en los que (como mínimo) habrá que adelgazar el presupuesto.

Es la dura realidad en Orriols, donde se están viviendo días de calma antes de la tempestad. Además de implicación, de rascarse el bolsillo y de no caer en la tentación del ‘inversor’ que carga el diablo, la travesía por el desierto exigirá una toma ágil de decisiones, lo que no tiene porqué significar que se haga sin cabeza. La continuidad de Miñambres y Calleja como principales responsables deportivos no se sostiene, lo mismo que las de futbolistas tan culpables como ellos del agujero, empezando por los que han cobrado sueldos estratosféricos como si siguieran en activo en lugar de retirados.

Sin embargo, por encima de las cabezas de turco que acaben rodando, hay reflexiones más profundas que son del todo necesarias y que van más allá de si Quico, cuya responsabilidad es también directa en los éxitos y los fracasos, da un paso al lado o si como parece vuelve a hacer valer su peso específico para presentarse a la reelección.

El futuro está más que nunca en la cantera y la gente de la casa. En volver al espíritu de 2009. Y sobre todo en cortar de raíz con la escalada de despropósitos posterior al traspaso de Lerma y cuya consecuencia, de la mano de operaciones injustificables, deparó cuatro mercados consecutivos con una economía de guerra para reforzar la plantilla, 45 millones de pérdidas y oportunidades desperdiciadas de traspasos. Es el origen del drama. Para más inri, en el peor momento posible. Cuando todo acompañaba para el salto de calidad, el club se ha ido a pique. Y ahora hay que sacarlo a flote... ¡Ayuda!

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