Activación tras el shock

El Levante pide cambios responsables tras el fatídico cierre de la temporada

El Levante vivió un durísimo mazazo

El Levante vivió un durísimo mazazo / F. Calabuig

Juanma Romero

Juanma Romero

Sí, la del pasado sábado pudo ser la puñalada más grande al corazón granota. Por el momento de partido, por la herencia del año anterior y por los infinitos vaivenes del curso actual, el levantinismo atisbaba por fin un ascenso que, aunque nunca se había alejado del contacto visual, tampoco se había podido amarrar del todo. Precisamente, pese a un conservadurismo excesivo en algunos momentos, el gran objetivo estaba virtualmente conseguido, era cuestión de segundos. Entonces llegó la jugada fatal, la que a partir de ahora debe ser innombrable, como Voldemort en la saga de Harry Potter, la de las manos de Róber Pier, la revisión siguiente y el penalti de Villalibre. A partir de aquí, la cabeza del seguidor granota se bloqueó, quedó en trance, tratando de asimilar lo que era inasumible, tratando de que lo real hubiera sido una pesadilla. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero este golpe ha hecho mucho daño, ya no solo por las circunstancias, sino por los muchos interrogantes que se abren en el futuro del club.

Con un periplo en la categoría de oro mucho más arraigado que en la de plata en los últimos tiempos, toda la estructura del Levante se ha ido adaptando a esa posición superlativa de bonanza económica, lógica por supuesto, pero que ahora puede convertirse en una carga difícil de aguantar. Toca una reconversión completa en muchos sentidos y una de ellas será la de ponerse el traje camaleónico para poder enjugar y asumir la nueva realidad. Una realidad que más allá de lo deportivo afecta a la estabilidad de la institución que debe seguir siendo sostenible en las arcas y competitiva en los terrenos de juego.

Este verano sí va a ser el de las salidas que muchos presuponíamos el curso pasado y que no se dieron con el ánimo de apostar por un retorno exprés a la Primera División. De momento las permutas parece que serán en la plantilla porque, aunque presuponíamos que podía ser el fin del ciclo de Miñambres y Calleja, ambos han comenzado precisamente a perfilar el proyecto de la próxima campaña. Los dos, junto a lo que pueda suceder con Quico, están en el punto de mira. Y es que, tras dos años aciagos, el Levante ha de reaccionar. El reto de Miñambres y Calleja es mayúsculo porque deberán pelear por conseguir el ascenso con menos armas y con un recelo máximo desde el exterior. La figura del director deportivo ha tenido aciertos, pero también errores de bulto con el diseño de una plantilla que pedía a gritos efectividad y goles entre otras cosas, y no se le puso remedio, junto a la fallida apuesta por Nafti. Con Javi Calleja, el margen quizás no es tan estrecho. No haber comenzado la temporada desde el inicio le otorga un mayor trecho de confianza. aunque haber desaprovechado, por innumerables deméritos propios, la opción del ascenso, le ha hecho perder enteros y sobre todo le ha impedido lograr un éxito personal, que se le ha negado en sus últimos proyectos. Dicho esto, confío en el trabajo de ambos porque estoy convencido de que trabajando codo a codo pueden conformar una plantilla menos deslumbrante pero mucho más adaptada a la categoría. De Quico, ya habrá tiempo. No olvido que ha sido el mejor presidente del club en su historia, pero tampoco que en la época más reciente, el número de desaciertos ha sido excesivamente pródigo. Digan lo que digan, nunca creeré que un amor a la poltrona y un interés meramente personal se impongan al de miles de seguidores que quieren lo mejor para su club y ser responsable si es lo que toca hacer. Decisión complicada. El tiempo dirá.

Suscríbete para seguir leyendo