Arabia, ¿la nueva China?

En caso de no obtener el Mundial 2034, el castillo de naipes caerá con más facilidad

Benzema

Benzema

Juan de Dios Crespo

Juan de Dios Crespo

Este mercado de verano se ha visto trastocado por la entrada en juego de un miembro no muy reconocido del mundo del fútbol: Arabia Saudí. Y es que es el segundo campeonato, tras el inglés, con mayor inversión en futbolistas. 

Eso ha creado la sensación de que podría competir con las demás grandes ligas, sobre todo europeas, pero no creo que sea ni pueda ser así. Es cierto que Benzema, con 35 años, Neymar con 31, Mahrez con 32 o Cristiano Ronaldo con 38 primaveras, no son precisamente jóvenes promesas y son los fichajes más importantes acaecidos. Otros jugadores rondan o pasan la treintena y nuestro Veiga, con 21, el gallego del Celta, es la excepción.

Los ya veteranos han aprovechado el dinerazo que se les ofrece y Veiga ha preferido estar tres años (veremos si vuelve después) para hacerse con un colchón de jubilación y buscar, luego, las competiciones más relevantes. Nada que decir, pero no podemos pensar que van a sustituir a la Premier, la Liga, la Lega Calcio o la Bundesliga, por mucho que quieran. 

Ya lo intentó China, con sueldos tan grandes o más, comparando los años, atrayendo a jugadores veteranos, pero también jóvenes, y la burbuja acabó dejando de existir por las deudas y el Gobierno tomando medidas para impedir nuevos desbarajustes. En Arabia Saudí también está el Gobierno de por medio, a través del ministerio de deportes, entrando en clubes, en la propia Liga profesional y en patrocinadores cercanos.

Y ello, como ocurrió en China, con el fin de lograr una liga potente que mejore a los jugadores locales y que les permita ser una potencia deportiva, algo que no logró China. Los saudíes parecen tener mejores mimbres futbolísticos (recordemos su victoria contra Argentina en Qatar), pero no solo con estar cerca de grandes futbolistas se aprende. Hay que tener unas bases que, de momento, no son tales.

Esta idea, siendo la que pueda parecer la principal, tiene detrás otra, que no es sino dejar que Qatar les coma el terreno deportivo. Recordemos que el pequeño emirato tuvo ese Mundial de fútbol, pero que también, en los años anteriores, ha tenidos otros, de balonmano, de natación o de atletismo. Ese poderío organizativo es el que quieren copiar los saudíes, con el Mundial de fútbol de 2034, al bajarse ya de la terna de candidaturas para 2030.

Es también, por tanto, un asunto político-deportivo el que quiere lograr Arabia Saudí poniendo en el mapa diariamente a su liga y que se hable de ello, que es lo que está ocurriendo. Ya se ven partidos en nuestro continente, se publican resultados y si Benzema o Ronaldo han marcado tales o cuales goles. La visibilidad que pretendían la han logrado, pero ahora falta saber si todo ese dispendio acabará como en China.

Porque, hasta hace poco, y he sido abogado de varios clubes de ese país, lo que ocurría era una ristra de impagos y de despidos a jugadores y entrenadores, hasta que dijo basta el Gobierno y, ahora, ha trazado esa nueva senda. Pero, si las cosas no funcionan bien, quizá se vuelvan atrás… aunque no lo creo, y se han lanzado, al menos hasta saber si lograr el mundial del 34, a esa vorágine. Veremos si no lo consiguen…

Si no lo logran, me imagino que bajará la temperatura inversionista y se irán bajando salarios y traspasos, así que creo que todo va a depender de lograr ser el organizador del mundial FIFA. Si no obtiene ese premio, apostaría a que el castillo de naipes se caería con más facilidad.

Lo único que sí existe es una afición (masculina, pero no entremos en temas socio-políticos aquí) desmedida, muy joven (alrededor del 28% tiene menos de 15 años) y con una tasa de natalidad de 2,5 que no se alcanza en ningún país europeo. Por lo tanto, esa masa joven, aficionada y que lo va a ser más con estos jugadores, puede ser el contrapeso por no ganar la candidatura y seguir creciendo.

Como vemos, el fútbol es no solo un catalizador deportivo, sino económico, y eso lo sabemos desde hace décadas, pero también social y político. Sin embargo, cuando las reglas, tanto en China como en Arabia Saudí, no son sino las que dicta el Gobierno y la libertad empresarial es menor, las posibilidades de que todo cambie en un santiamén son evidentes.

Bueno, apasionante geo-política deportiva, pero volviendo a la tierra, ya estamos a pleno rendimiento y con lluvias, cuando escribo estas líneas, que han permitido que las temperaturas no sean las que se han sufrido en agosto. Todavía nos queda algo de verano y, para ir pasando algo de tiempo, hoy recomiendo ‘La rebelión de los buenos’, de Roberto Santiago. Y no, no hablaré de eso que todos piensan, hoy no, al menos. Disfruten y diviértanse. 

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