Nadie en su sano juicio renuncia a la felicidad

La afición merece pensar que los milagros existen y que es de nuevo posible

Mestalla

Mestalla

Pablo Leiva

Pablo Leiva

El Valencia CF arranca hoy la Copa y por mucho que la profundidad de plantilla sea como la profesionalidad de Meriton -inexistente- debe afrontar el primer partido como si fuera el último. Como si de la mismísima final se tratara. Porque honestamente, el valencianismo no ha vivido demasiadas alegrías en los últimos años. Peter Lim ha logrado que la novena plaza sea algo positivo. Y ojo, me incluyo en ese grupo de personas que no ven tan mal la temporada actual. Porque la realidad es que no hay para más.

Pero si algo ha demostrado la Copa es que incluso en los peores momentos, y si enganchas varias eliminatorias ante rivales sencillos, te puedes plantar muy cerca de esos cuartos de final. Y el resto es soñar. Por eso me sorprende incluso que alguien considere que caer puede ser algo positivo para guardar esfuerzos y evitar riesgos de los titulares sabiendo que la rotación de plantilla es inexistente. Igual que sucedió en el año de Bordalás, el equipo no está haciendo una liga espectacular pero la competición del KO puede servir de punto de emoción que no tienen los encuentros ligueros más allá de los tres puntos.

Y es que nadie en su sano juicio debe renunciar a la felicidad. A tener ese cosquilleo en la previa de cada partido. Ese que tal vez no está todavía en ese viaje a Las Gaunas pero que tampoco estaba cuando tocó ir a jugar contra el Arenteiro. Más allá del enorme respeto a todos los rivales. Pero a medida en que las rondas pasan seguro que todo el mundo siente que este año puede ser el que llegue con otro título. Y no estoy diciendo que el Valencia esté entre los candidatos. Pero tampoco veo a este equipo muy lejos de ese Osasuna que alcanzó la final con Arrasate como comandante de la nave hace tan solo unos meses. 

El valencianismo merece pensar que los milagros existen y que de nuevo es posible llegar a una final. Porque para llevarse la hostia y caer por el camino siempre se está a tiempo. El aficionado está cansado de penas, de Meriton, de Nuevo Mestalla, de mercados de fichajes en los que no llega nadie o lo que llega tampoco sirve para arreglar el problema. El valencianismo ya tiene suficiente con asumir antes de cada temporada que la Champions League es una utopía y que la Europa League queda ya algo lejos, por mucho que la clasificación actual diga lo contrario.

El valencianismo sabe que a poco que dos o tres jugadores exploten este año, el próximo verano saldrán por la puerta y seguramente no por el precio que toca. Pero si algo merece el aficionado es que a pesar de todo eso nadie le quite la ilusión. Que nadie le repita que es imposible lograr la competición copera. Porque hoy contra la UD Logroñés el Valencia puede dar el primer paso hacia algo grande. 

Suscríbete para seguir leyendo