El más difícil todavía

Las bajas y el momento del Levante y Leganés dan un toque muy complejo al duelo

Kocho y Pablo Martínez abrazan a Calleja tras el segundo gol al Mirandés

Kocho y Pablo Martínez abrazan a Calleja tras el segundo gol al Mirandés / JM López

Juanma Romero

Juanma Romero

Dista mucho de ser un festival de circo. El partido en Butarque engloba una enorme complejidad y se presenta como un examen serio para calibrar el músculo del Levante en su reto de mantenerse entre el grupo de los elegidos. Todavía con el escozor que supuso el gol del Mirandés al límite del final, el tanto de los de Lisci heló a un Ciutat al que se le vino a la memoria, por ejemplo, aquel gol de Las Palmas la pasada temporada. Ese tanto amarillo luego se convirtió en decisivo. Ahora, habrá que esperar que el anotado por los burgaleses no tenga unas consecuencias tan fatales, aunque por el momento, sí ha alargado una racha, que empieza a ser larga, de tres jornadas sin volver a embolsarse los tres puntos de una tacada. Demasiados agujeros en la bolsa, excesivas concesiones al resto, apertura a complicarse la vida.

Retornando al aspecto circense, la famosa expresión ‘el más difícil todavía’, tiene un contexto apropiado. Habitualmente, tratando de no cegarme en exceso, veo al Levante favorito en cada uno de los partidos programados. Hoy, aparecen dudas. No es cuestión de dudas sobre el plantel pero las circunstancias y los momentos de cada uno de los contendientes hacen que el Leganés tenga la balanza del favoritismo a su lado. Los pepineros, qué expresión tan sutil, viven ahora uno de sus mejores momentos en la historia reciente tras perder el rango de equipo de Primera División, con cuatro triunfos consecutivos, lo que unido a la irregularidad de los que van por detrás, les ha permitido tener un colchón más que interesante. Su defensa a prueba de bombas, es el conjunto menos goleado de la categoría, será uno de los muros que deberá derribar al Levante para evitar que los madrileños se escapen a diez puntos en caso de derrota.

Esta situación de euforia contrasta con la que ahora mismo mantiene en vilo a Javi Calleja. Rachas al margen, las bajas vuelven a condicionar y mucho las posibilidades de rascar algo en Butarque, sobre todo en ataque. Pese a que no están para tirar cohetes, las ausencias de Bouldini, Sergio Lozano, Andrés García o Fabricio, menguan un ataque que deberá encontrar a actores inesperados para batir un arco que se ha cerrado para los rivales más que nadie. El preparador granota tendrá que dar una vuelta de tuerca a conciencia, y luego, encomendarse a la inspiración de los que hoy se pondrán la zamarra.

Las dinámicas van y vienen. La del Leganés algún día se acabará y también la del Levante. Que ese final converja esta noche será una gran noticia porque ante un horizonte de duelos significativamente enrevesados, es clave no desconectarse, y mantener la talla. Realmente van a ser estas semanas las que nos muestren de qué pasta está hecho este equipo, que por cierto, y apelo al optimismo, exhibió trazos interesantes, en muchos partidos de este curso.

No olvidemos que en muchas ocasiones el fútbol no entiende de lógicas ni del orden natural de las cosas y si para el Levante en infinidad de ocasiones se ha sentido esto como un elemento adverso, estamos obligados a creer que la moneda puede salir cara. Será difícil pero ni mucho menos imposible. El momento de los intrépidos ha llegado.

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