Benítez, el legado más grande de la historia

La exigencia y la valentía con la que el Pipo está actuando es parte de su herencia

Rubén Baraja y Rafa Benítez conversan durante un entrenamiento en Paterna en la temporada 2001-2002

Rubén Baraja y Rafa Benítez conversan durante un entrenamiento en Paterna en la temporada 2001-2002 / ARCHIVO SUPERDEPORTE

Andrés García

Andrés García

Día grande el sábado en Mestalla. Porque juega el Valencia y porque vuelve a casa Rafa Benítez. El mejor entrenador de la historia del Valencia regresa al viejo coliseo. El estadio donde encontró la felicidad y donde dejó un legado interminable que llega hasta nuestros días. Como el de Baraja. El Pipo es parte de su herencia. Como muchos otros jugadores de aquel Valencia campeón que ahora son entrenadores o están vinculados al fútbol en las secretarías técnicas o en agencias de representación. Albelda, Marchena, Angulo, Vicente, Rufete, Mista, Aimar, Ayala, Djukic, Curro, Pellegrino... Todos mamaron de él. Para todos fue un referente.

La leyenda de Benítez no solo son sus títulos (dos Ligas, una UEFA y una Supercopa de Europa) a principio de siglo que convirtieron al Valencia en el mejor club del mundo en 2004. Benítez nos dejó una identidad y un estilo de juego. Una forma de trabajar y creer en el método. De no tener miedo. De no sentirse inferior. Subió el listón de la exigencia. Elevó el nivel de profesionalidad en todos los estamentos del club. Y fue ejemplo para todos aquellos clubes que aspiraban al éxito. Benítez es grande por lo que hizo. Y por lo que dice. El año pasado reconoció que para volver al Valencia necesitaría «una estructura», dejando entrever que con Lim no se dan las condiciones deportivas para devolver al equipo a lo más alto. Baraja ha creído y ha trabajado mucho para hacer su particular milagro con los niños. Benítez le enseñó el camino. El agradecimiento es infinito.

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