Tarjeta blanca

Hay una demanda arbitral para rebajar tensiones sin expulsar a jugadores

Hay una demanda arbitral para rebajar tensiones sin expulsar a jugadores

Hay una demanda arbitral para rebajar tensiones sin expulsar a jugadores / Agencias / EFE

Juan de Dios Crespo

Juan de Dios Crespo

No son las Navidades blancas que nos venden en las películas (en Valencia pocas veces se han visto) sino la blancura que la IFAB (International Football Association Board), que manda en las reglas de juego del fútbol, quiere si no imponer, al menos hacer que lo pensemos.

Y es que hay muchas veces es que se piensa que, en un partido, una tarjeta amarilla es poco y una roja es excesiva y que, por ende, se debería tener, como en balonmano y en hockey sobre hielo, por ejemplo, una expulsión momentánea para calmar los nervios del futbolista y templarle hasta que pueda volver con mayor serenidad.

Se dice que podrían ser diez minutos, lo que es visto como mucho o poco, dependiendo de quien lo comente. En balonmano, por ejemplo, son dos minutos las expulsiones temporales, y los partidos duran 60 minutos, por 90 los del fútbol, con lo que me apunto a que quizá sea excesiva la sanción. Unos cinco minutos podrían ser suficientes. De todos modos, lo que aquí se está estudiando es más si vale la pena que el tiempo, que ya luego se discutirá.

Lo que la IFAB ha pedido son unos conejillos de India que prueben esa posibilidad, como lo hizo cuando se implantó el VAR, que fue poco a poco llenando los estadios y es ahora mismo aceptado (criticado o no, como el fuera de juego…) por todos. La UEFA, que podría haberlo intentado en su próxima competición por naciones, el Europeo de Alemania de 2024, ha dicho que, de momento, nanay…

Tampoco lo tiene en consideración para sus otras copas de clubes, así que quizá sea la FIFA quien lo ponga en marcha en alguno de los campeonatos de juveniles o de menor rango. La única federación que ha dicho que, casi sin duda lo va a poner en marcha, es la francesa, a quienes los árbitros del país le han pedido que lo intenten, porque ven que podría ser la solución a muchos desmanes de menor monta que no necesiten una expulsión, pero si algo más que una simple tarjeta amarilla.

Y ahí es donde los favorables y los detractores se están jugando el futuro de la tarjeta blanca: ¿Es realmente necesaria y no es suficiente con lo que ya tenemos? Esto ya se discutió con el mencionado VAR, que, al margen de vaivenes, se ha quedado ya, creo, para siempre. Así que, cuando veamos las consecuencias en el país vecino, sabremos si tiene valía y se puede exportar al mundo entero.

Porque la IFAB lanza mensajes y aquí pide experimentos voluntarios, con el fin de calibrar si una novedad va a ser aceptada o no y su bondad para con el fútbol y sus reglas. Lo primero es ver si puede influir en rebajar, se me ocurre, las discusiones interminables con los árbitros, o entre jugadores, cuando no ocurre algo mayor (agresiones) y que, para rebajar el nivel de adrenalina, se manda a uno o varios al banquillo…

Este también es un asunto sin resolver. ¿Será en el banquillo como en balonmano, pudiendo entrar de inmediato tras la cuenta atrás, o será, como en hockey sobre hielo, en una especie de jaula, que diferencia a los ‘expulsados’ momentáneos de los que están, de verdad, esperando entrar a jugar sin más? No se sabe aún, pero hay algunos meses por delante para que la federación francesa, y cualquier otra que quiera acompañarla en este nuevo devenir reglamentario, adopte una regla sobre este aspecto.

Luego hay dudas sobre las consecuencias físicas de ‘descansar’ durante la expulsión. Se preguntan, sobre todo los fisios y los médicos, si sería mejor que estuvieran sentados o que, como si quisieran entrar como sustitutos, se ejercitaran alrededor del terreno de juego, a la espera de su reentrada, tras la sanción temporal.

No se podrán conocer los efectos hasta que o bien haya estudios médicos que indiquen los mismos o que se vaya probando en la realidad y obtener resultados en vivo sobre posibles lesiones por no estar al mismo nivel físico que los compañeros y, quizá, desmejorando el rendimiento.

En fin, que no es algo fácil de ajustar ahora mismo y, por eso, la IFAB ha solicitado esos experimentos. Los cambios, como me preguntaba, son necesarios o no, pero este proviene, como lo fue el VAR, de una demanda de un colectivo, aquí el arbitral, para rebajar tensiones sin dejar a un equipo sin un jugador menos, por un tiempo mayor de lo que merecería, en principio, la acción de éste.

Lo que sí va a traer cola, y mucho, es el cómo se adopta la medida y en qué se basará el árbitro para expulsar definitiva o temporalmente. ¿Tendremos un VAR bis para esto? Se viene una interesante experiencia, como lo es el leer el último libro de Ramón Palomar, ‘El novio de la muerte’, donde las experiencias vitales de un legionario nos hacen temblar. Disfruten y cuídense.

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