El verdadero mérito de Baraja en Mestalla

A solo un puñado de victorias de volver a salvarlo, el Pipo continúa resembrando las bases del equipo y la cultura valencianista

Baraja y Marcelino se saludan en Mestalla

Baraja y Marcelino se saludan en Mestalla / JM LÓPEZ

Rafa Marín

Rafa Marín

El tiempo ha puesto en su sitio la obra de Emery pero con todo el respeto para él, desde Benítez ningún otro entrenador ha cuajado tanto como Baraja, ni siquiera Marcelino. Por encima del doblete de Pepelu, de la absurda reivindicación de Yaremchuk tras su primer gol en LaLiga y del valor de todos y cada uno de los chavales que se parten la cara por el escudo, el Pipo ha empezado el año como acabó el pasado, convertido en el líder que necesitaba un club sin voz de mando. El tiempo está poniendo también en su sitio la obra de un técnico del que se dijo de todo cuando llegó el banquillo, nada por cierto mentira. Carecía de experiencia en Primera, su trayectoria en Segunda no pasaba de mediocre y en otras circunstancias ni por asomo habría llegado al banquillo de Mestalla. Todo eso era verdad como también lo es que, pasado un periodo de ensayo-error, todas sus decisiones se contabilizan por aciertos. Apostó por los chavales, salvó al equipo, está a un puñado de victorias de volver a salvarlo y por el camino ha resembrado las bases no solo de lo que podría ser un gran proyecto sino también de la cultura valencianista. Los valores sobre Castellanos que enumeró tras tumbar al Villarreal definen tanto al malogrado exjugador como el ADN del murciélago: honestidad, trabajo y honradez. Cada palabra de Baraja va a misa y eso es no porque sea un buen entrenador, que también, sino porque es el mejor para este Valencia. Esa es la mayor de las suertes para todos, especialmente para quien se decantó por su fichaje, fuese cual fuese realmente el motivo. Con 26 puntos en la primera vuelta y un mercado en el que la solución no pasa por ningún saldo, de cara a la segunda el dilema es si apostar por el milagro de Europa, aunque sea vía Conference, o si jugar la Copa del Rey sin el miedo de las dos primeras eliminatorias. Objetivos menores por culpa de Lim, no por la ambición realista del Pipo, al que se apoyará con lo que decida. 

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