El objetivo ya no es solo la permanencia

El Valencia apenas ha necesitado la primera vuelta y un par de partidos para cumplir con el objetivo de la permanencia. Baraja fue el responsable de que el club lo marcara y Baraja ha sido el responsable también de conseguirlo con mucho tiempo de margen. Sobrado. Tan bien ha salido todo, con 14 puntos de ventaja, que ahora puede darse el gusto de centrarse exclusivamente en la Copa. Ya no tanto porque sea el camino más corto a un título como porque es el aliciente que le queda a una temporada en la que, por mucho que a Lim en el fondo pueda fastidiarle, hay que poner rumbo a Europa.

Y es que, viniendo de una salvación en la última jornada, el mérito y las posibilidades son enormes. Hay que apostar. Bastaría con un delantero y un extremo, menos incluso de las aspiraciones que el entrenador tenía en verano. Rafa Mir está más cerca que nunca y cuando no hay dinero (porque el máximo accionista se niega, no porque no pueda), de lo que se trata es de explorar alternativas. Las cosas caen por su propio peso y la realidad es que el Valencia, aunque no hubiese goleado e incluso con otro resultado, no es a día de hoy un equipo que tenga que preocuparse por la parte de abajo. Para nada. No tiene que despistarse, por descontado, pero no está para eso.

Es lo que se demostró en el Mirandilla, donde tuvo pegada y se sobrepuso primero a un penalti desafortunado, de esos mecánicos que se pitan ahora, y después a una expulsión de libro. El olfato de Hugo Duro, la progresión espectacular de Diego López o el paso adelante de Canós, hasta el gol anímico de Javi Guerra, siguen siendo notas positivas en un grupo que se comporta como tal. Canteranos que no se arrugan con las patadas, que no pierden los nervios y que con sus altibajos nunca dejan de dar la cara. El ADN del Valencia es ahora el de un entrenador que pasará a la historia por haber sacado la bola de partido más comprometida en toda la historia del club.

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