La ley de la selva

Dos puntos de oro se cayeron de la maleta en el último suspiro ante el Mirandés. El Levante se quedó muy cerca de llevarse el gran botín ante los burgaleses y después de una obra maestra de Carlos Álvarez que selló un tanto digno de estar en los mejores de esta temporada. Aunque no hay vuelta atrás, haber ganado en Anduva hubiera permitido quedarse a solo un punto del ascenso directo, algo que ahora mismo tiene un valor más importante a nivel espiritual que matemático. En cualquier caso, el Levante está en la pomada e inmerso en un enjambre de equipos apelotonados que sueñan con llegar a la máxima categoría, aunque alguno de ellos haya afirmado que no es la prioridad. El Dorado es el premio que todos quieren, con la boca grande o pequeña, y con números en la mano, más del 50% de los clubes que militan en la categoría de plata tienen derecho a poder aspirar a estar entre los grandes el próximo curso.

No soy de los que se fían de las rachas, pero sí de los que creen que hay que aprovecharse de las circunstancias y los momentos. El encuentro de mañana ante el Tenerife es una prueba para demostrar quién está mejor, y ese no es otro que el Levante. El cuadro chicharrero se ha ido desinflando con el paso de las jornadas pese a tener un arranque explosivo. Con dos derrotas consecutivas en casa, el Tenerife llega acuciado con la necesidad de reencontrarse consigo mismo o de alimentar sus fantasmas. Es ahí donde el Levante debe oler el punto débil del rival, hincar el colmillo. La Segunda División es una categoría despiadada, dura, en la que minimizar errores propios y aprovechar los del contendiente, es un axioma, la ley de la selva. Con esto ya bastante interiorizado, queda aplicarlo al verde. Empujar al Tenerife hacia la profundidad permitirá seguir el despegue y dar más sustancia a ese caldo que debe seguir emanando olor de Primera.

Interesante y gran entrevista la que esta semana pudimos leer en Superdeporte a José Campaña. Aunque la vorágine del día a día a veces nos ha hecho olvidar su situación, la realidad es que poder contar con un activo como el centrocampista andaluz para la pelea sería un golpe de efecto de órdago. Mi sensación es que Campaña estaría como loco de volver a enfundarse la camiseta del Levante. La perspectiva del tiempo otorga esa calma y esa reflexión que quizás en sus momentos como futbolista perdió fruto de la tensión colectiva e individual. Su relación con el levantinismo pasó de la idolatría al rechazo, de la gloria a la animadversión. Encuentros por debajo de su nivel, la foto en Sevilla y algún encontronazo con la grada estuvieron a punto de tirar por la borda el rendimiento de un jugador que llegó a la Selección Española defendiendo el escudo del Levante. Pasado todo esto, Campaña y el espectro granota se dieron una segunda oportunidad. La lesión y el ascenso frustrado han dado a todos ese punto de pensamiento interno en el que las dos partes saben que se necesitan. Los arbustos económicos hacen complicada la misión, pero el deseo sigue ahí. Campaña sabe que el Levante sería el mejor sitio para reencontrarse y además tendría su mejor oportunidad para redimirse y dejar al club que apostó por él en un momento gris, en el lugar que todos quieren. En la agenda debe estar remarcado explorar todas las posibilidades para lograrlo.

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