Baraja sí era un león

Rubén Baraja en sala de prensa

Rubén Baraja en sala de prensa / MA Montesinos

Pablo Leiva

Pablo Leiva

El tiempo pone a cada uno en su lugar. Incluso a uno mismo. Celebré la llegada de Gattuso porque me gustó muchísimo su trabajo en el Pisa, equipo al que sigo con cierto ‘freakismo’, y no estuvo mal en el Napoli. Su aterrizaje me pareció una forma de tener a un entrenador valiente y que iba a sumar en todos los sentidos a una plantilla con muchas carencias. Que iba a tirar de unión y que no iba a provocar que las dudas se apoderaran de la mayoría. Y me equivoqué muchísimo.

Las cosas como son. No cuesta nada decir que Gattuso fue un mal entrenador en el Valencia con un gran arranque marcado por varias cosas: las pocas expectativas y un calendario más o menos cómodo. A partir de ahí todo se fue torciendo hasta el punto que el equipo carecía de identidad y cuando los problemas aparecieron abandonó el barco. Y no lo hizo solo por ver cómo Meriton volvía a hacer un mercado desastroso. Lo hizo porque se veía incapaz de levantar el ánimo al equipo. Todo lo contrario que un Baraja que asumió el cargo con ambición. A Baraja un servidor le apoyó porque era una leyenda pero también porque era él o el descenso. No desde el convencimiento. Porque su CV no era el mejor hasta la fecha. Y no me duele reconocer que el Pipo me ha callado no solo a nivel gestión de vestuario, sino a nivel táctico. El rendimiento, con lo que tiene, no puede ser mejor. Es un auténtico león. Y nadie puede negarlo.

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