Desnutrido de puntos y de fe

Ahora mismo es del todo inconcebible dejarse más puntos en el camino

Dani Gómez lamentándose de una oportunidad fallada

Dani Gómez lamentándose de una oportunidad fallada / Germán Caballero

Juanma Romero

Juanma Romero

Toca echar un buen pespunte a la mochila. Ahora mismo, es inconcebible dejarse más puntos en el camino. El empate ante el Leganés volvió a dejar árido de goles al Ciutat y también de ánimo a gran parte de la grada. Hasta el más optimista, entre los que me incluyo, abandonó el estadio con el sentir de que con el nivel mostrado en general no va a dar para conseguir el ascenso. El Levante exhibe una peligrosa línea excesivamente voluble en la que el punto medio es una quimera. Con un once tipo cada vez más definido, el bloque es capaz de mostrar intensidad, acciones de talento, acometidas alegres pero al mismo tiempo, caer a un juego ramplón, temeroso, excesivamente atrincherado y permitiendo al rival crecerse hasta el punto de perder el control del choque. Muchas desconexiones, demasiadas, que sobre todo están dejando como peaje la falta de puntos que ahora mismo han anclado al Levante en una arriesgada zona media en la que todavía se está cerca de los puestos de arriba, aunque con una amenaza de verse atrapado en una zona neutral. 

Las lesiones, actuaciones arbitrales y las consiguientes sanciones no han ayudado, pero no sirven como colchón de excusas. Hay que estar muy por encima de esto y ofrecer mucho más en el campo. Lo que verdaderamente me inquieta es que el problema no sea meramente táctico y que se haya trasladado a lo mental. Cuando las cosas no funcionan, la mente es libre, y una de las conclusiones es que quizás falta fe, una fe ubicada en la peligrosa línea de la falta de deseo. Si esto es así, el contratiempo es grave y sí puede condenar el desenlace.

La salida del domingo a Ferrol es la enésima opción de poder alimentar la posibilidad de que no hay nada perdido. El triunfo sería importante en lo numérico, pero también en la creencia. Derrotar a un bloque que está por encima en la clasificación daría ese plus y chute de positividad necesario para que los ánimos crezcan. El Levante necesita ganar y su gente necesita ver ganar a los suyos.

Es ya irremediable frenar esa corriente que pide cambios drásticos y cabezas. Ya comenté que hasta lo entendía, pero conociendo la coyuntura en la que ahora mismo está el club, es altamente improbable que esto pueda suceder y con el añadido de que quizás hasta podría no servir para lograr esa mejora, con lo que hay que seguir empujando, animando, espoleando y alentando a los jugadores. No es momento de desfallecer.

Antes de concluir sí es verdad que durante estos días me ha invadido algo la nostalgia al saber lo que todos podíamos presuponer, y es que Campaña no se enfundará la casaca granota. Todo parecía enfocado a ser un cuento con final feliz. Campaña hubiera prestado su último gran servicio al club que lo rescató para situarlo en un escaparate que incluso lo llevó a jugar con España. Rehabilitada la relación con la grada, acabar dejando al Levante en Primera hubiera sido el punto y final idílico para todos. Al final el centrocampista jugará en Las Palmas, precisamente un equipo al que envió a Segunda División con un gol antológico en el Ciutat en los años de bonanza. La foto a color actual con unas arcas sin perfume han impedido un último baile que mantendrá, aunque sea en vinilo, el recuerdo imborrable de un futbolista con estampa propia.

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