Hay tantas formas de ver el Valencia como valencianistas: la manifestación del día 2
Si estoy en la ciudad iré a la manifestación pero eso no me convierte en más ni en menos
Quien no entienda que hay tantas formas de ver el Valencia como valencianistas tiene un problema y de los graves. Lo siento pero voy a ir agresivo desde el primer momento. Puede haber alguien que sea tan del Valencia como yo, pero no más que yo. Esto es algo que tengo a gala poner siempre por delante. Una de las cosas que me llenan de orgullo es que mis amigos de fuera de la ciudad hablen de «tu equipo» cuando se refieren al Valencia. Y eso me hace feliz, mucho. Porque, efectivamente, es mi equipo. Pero no sólo es el mío. Es el nuestro.
Peter Lim es el gran mal que tiene el Valencia ahora mismo. En eso estamos todos de acuerdo. El máximo accionista hace tiempo que decidió no invertir un euro más y vivir solamente de lo que se genere (que es lo que hacemos o deberíamos hacer todos en nuestra casa) y no pasarse un solo euro de la relación ingresos-gastos. Es obvio que está en fase de venta, y, mientras así sea, la aspiración máxima será cuadrar números, sin grandes alardes. Mientras dure esta situación continuar en Primera será el gran objetivo a nivel deportivo para cada temporada. Nada más y nada menos. ¿Me gusta? No, como a nadie. Yo sólo estoy definiendo la situación que tenemos delante. Está claro que no se acudió a un inversor para ser igual de pobres que siempre o incluso más. Antes, a causa de la inconsciencia de muchos dirigentes, seguíamos y seguíamos gastando y aumentando la deuda, pero al menos había un buen equipo, uno que peleaba por estar arriba. Antes nadie ponía una piedra en el campo nuevo y estábamos al borde de la suspensión de pagos… pero oye, al menos éramos felices porque jugábamos la Champions League con cierta frecuencia.
Bien, puesto todo esto en contexto, o al menos habiéndolo intentado, entremos en materia. No he sido de manifestaciones en toda mi vida; mi creencia es que no sirven de nada y que en ellas, en todas, al final se acaban mezclando muchas cosas. ¿Derecho a manifestarse? Por Dios, sólo faltaba, pues claro que sí. Y además estoy seguro de que será un éxito, que habrá miles de personas en la calle. Y yo, aunque insista en que no creo en ellas, invito a todo el valencianismo a sumarse a la convocatoria. ¿Acudiré? Pues, si estoy en la ciudad, seguramente sí. Pero ni hacerlo me hará más valencianista ni no hacerlo hará que mengüe mi sentimiento. Ni el mío ni el de nadie. Lo que no comparto, lo que no me gusta, lo que me cabrea, es que se generen expectativas falsas en cuanto a la manifestación. No se va a echar a Peter Lim, no va a cambiar nada y todo, por desgracia, seguirá igual que ahora. «Eso no lo sabes», dirán algunos. Pero sí que lo sé. Todos lo sabemos. Porque no es la primera ni la segunda ni la tercera, y porque llevamos cuatro años haciendo estas cosas y todo está como estaba en 2020. Y aún diré más, si seguimos alimentando la esperanza de esta utopía terminaremos haciendo daño a aquellos valencianistas que todavía creen en ella, a aquellos que son más susceptibles de prestarse a escuchar lo que necesitan oír. Y ese dolor añadido tensaría, aún más, el ambiente social. El ambiente social entre nosotros. Que a mí lo que le pase a Lim o a Meriton me trae completamente sin cuidado.
Ahora hablaré de intereses particulares. ¿Que yo los tengo? Es gracioso esto porque algunos llevan diciéndome desde hace diez años que estoy intentando entrar en el club y que no me dan ni bola. Si hubiera estado esperando una década a que pasara esto… me habría muerto de hambre, ¿no? Lo cual para mi familia, igual, no sé, es un asunto de importancia. Nadie me paga por pensar, al menos de momento. Ni por actuar; algo con lo que no tengo ningún problema, así como cualquier profesional de su ramo tampoco debería tenerlo. Pero esto es el Valencia, y su bien ha de estar por encima de intereses periféricos. El bien del club ha de estar por encima de políticos que intentan sacar tajada, de sectores que intentan mandar en el club sin poner un euro (como viene pasando desde hace cuarenta años) y de colectivos con ansias de minutos de gloria. El bien del Valencia es universal, es de todos, y no entiende de formas de pensar sino de sentimientos. Y si alguien no comprende esto, insisto, tiene un problema y de los gordos.
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