CASO KOLDO

El día que Ábalos asustó al PSOE

Sánchez va a tener quebraderos de cabeza con el primer caso de corrupción de su era y una oportunidad para explicar los motivos por los que se alejó del exministro de Fomento

Gemma Robles

Gemma Robles

Todos los que han tenido un papel que desempeñar en la política española en los últimos años saben cuál importante y poderoso ha sido José Luis Ábalos para la historia reciente del PSOE. Y para la carrera de Pedro Sánchez, también. Sólo reconociendo que ha sido una figura esencial para el afianzamiento del sanchismo y un eficaz piloto en la sala de mandos de Ferraz se entendió, y se entiende, el revuelo que causó su repentina salida del Gobierno. Fue un 10 de julio de 2021. De pronto desapareció de la lista de importantes del Ejecutivo junto a Carmen Calvo e Iván Redondo. Parecía que, de tanto usarlo, se había acabado el amor entre el líder y sus principales escuderos. Se argumentaba oficialmente que Sánchez y su gabinete necesitaban redecorarse para nuevos tiempos... quizás. O quizás no. El caso de Ábalos siempre fue distinto. Lo suyo siempre estuvo rodeado de misterio, de morbo. De silencios. De falta de información real sobre su sorpresiva caída, sin duda.

Fueron su hasta entonces mano derecha en el partido, Santos Cerdán, y Adriana Lastra los que, aquel verano, se encerraron con Ábalos en su propia casa para explicarle los motivos por los que, de pronto, había sido defenestrado. Sánchez no quiso tener ese detalle con quien había sido uno de los principales valedores. Eso ya era y es una evidencia de que lo de Ábalos siempre fue otra cosa, aunque se diluyera en una megacrisis gubernamental. En esas explicaciones o lo que fuera que le dijeran a Ábalos el dueto Cerdán-Lastra, subyace la gran incógnita que rodea al exministro: cuál fue el día en que asustó tanto al PSOE, el partido que lo convirtió en todopoderoso y al que él ayudó a crecer tras travesías en el desierto, que decidieron que era mejor tenerlo lejos. Pero no tanto como para dejarle sin escaño. .. sigue siendo diputado. Al menos, de momento.

Ábalos dejó aquel extraño 2021 también su cargo en el partido y alegó motivos personales. La rumorología se disparó. En las filas del PSOE se comentaba de pronto en tono alto la supuesta vida disoluta que llevaba el que había sido ministro, pero era evidente que esos chascarrillos con tintes moralistas solo buscaban tapar otros ruidos. Porque esos rumores sobre su forma de disfrutar su vida personal, si alguna vez fueron algo más que rumores, siempre estuvieron ahí y no impidieron que escalara en el partido y en el Gobierno. 

Con él prosperó Koldo, su asesor. Su amigo. Su hombre para todo. Su enorme problema a partir de ahora: ha sido detenido por la Guardia Civil junto a otra veintena de personas por, presuntamente, participar en una trama de comisiones ilegales en la compra de mascarillas. En pandemia. Ábalos dice que no sabe ni sabía nada. Sánchez, preguntado en Marruecos, niega conocer de antemano el escándalo de las mascarillas y que eso fuera lo que provocó que sacara a Ábalos de su entorno. Pero sigue sin aclarar cuál fue el día en que su compañero le asustó tanto que decidió alejarlo. Y las razones. Ahora tiene el primer caso de corrupción de la era sanchista en la mesa. Se le acumulan las explicaciones a dar. Le toca. Él siempre las pide, como debe ser. Pero ahora le toca darlas, si quiere mantener la credibilidad. El caso Koldo va a dar de qué hablar.