Oviedo, tierra de reconquista

La opción de Miñambres en el banquillo hasta final de temporada es un todo o nada 

Miñambres, en su primera rueda de prensa

Miñambres, en su primera rueda de prensa

Juanma Romero

Juanma Romero

El fútbol y prácticamente todos esos aspectos etéreos, quedaron en más que un segundo plano tras el estremecedor suceso que nos sacudió a todos la fatídica tarde del pasado 22 febrero, una fecha que no olvidaremos nunca. Sin embargo, como sucede tantas y tantas veces, la condición humana sigue su camino, la vida transita, y aunque el olvido va a ser inevitable, el tiempo, juez y sensor de tantas y tantas cosas, nos empuja de manera irremisible a mirar hacia delante.

Todo lo acontecido trasladó a anécdota lo que iba a ser el debut de Felipe Miñambres como entrenador esta temporada frente al Andorra, club al que por cierto hay que agradecer su total empatía con lo sucedido en Valencia y su predisposición plena a no participar en un partido de fútbol que carecía de todo sentido.

Con ese encuentro marcado en un par de semanas y en pleno ambiente previo de fallas, Oviedo es la siguiente parada de un equipo que tiene todavía la friolera de quince jornadas por delante para insertarse en los puestos altos de una clasificación, que como ocurre año tras año en la categoría de plata, va a sufrir incontables convulsiones hasta el final. 

La capital asturiana tiene un hotel emblemático, el Reconquista. Catalogado como Monumento Nacional, y construido en el siglo XVIII entre los reinados de Fernando VI y Carlos III, este hotel acoge desde sus orígenes a los premiados en los Premios Princesa de Asturias, así como a las personalidades de diversa índole que pasan por el Principado. Precisamente, el Levante debe acogerse a ese nombre con tanta historia para iniciar su particular reconquista.

Los precedentes avalan que la tarea va a ser difícil, pero no imposible. Denostado a la parte media de la tabla, los números que permiten la lucha por el ascenso no son inaccesibles, todo lo contrario. Es tal la compresión existente que un máximo de tres triunfos, eleva al estrellato. Esta es la teoría, la práctica es bastante más enrevesada y a tenor de la línea de esta campaña, la metamorfosis ha de ser grande.

El Levante necesita reencontrarse consigo mismo, recuperar los vestigios de equipo, tener una identidad, interiorizar las nuevas ideas de Felipe Miñambres, y, por ende, ganar y sumar puntos. Así, de golpe, son demasiadas cosas, pero es la realidad. Las grandes variaciones y altibajos han propiciado una caída en lo clasificatorio y en lo anímico, pero con tanto territorio todavía por delante es posible arreglar el panorama.

Pese a que hablar de ascenso sea algo tabú y que nadie quiere decir en voz alta, la viabilidad de la estructura granota necesita el retorno a la Primera División para evitar que la desintegración sea cada vez más evidente. Con un plan de ajustes y un baúl en mínimos, el insufle económico que propiciaría volver a la máxima categoría se antoja como la gran baza a la que este equipo debe aferrarse para no desmembrar a un proyecto debilitado con urgencias financieras de calado.

La opción Miñambres es un todo o nada. Era la posibilidad asumible en cuanto a coste, aunque en lo deportivo pueda presentar alguna duda por ese déficit de experiencia del leonés en un banquillo. En el club hay conciencia de lo mucho que hay en juego y conjugar esa presión también va a ser uno de los factores en los que se va a echar la lupa. No mirar más allá del presente puede ser un buen antídoto. Este sábado debe empezar esa lucha de reconquista. El levantinismo lo merece.

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