Opinión | Oriente Medio

Jorge Dezcallar

Netanyahu va a lo suyo y se equivoca

Israel está más solo y más aislado que nunca, mientras su imagen internacional se ha deteriorado mucho

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu.

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu. / EP

El primer ministro Netanyahu se ha equivocado porque a los seis meses de iniciada la operación militar sobre Gaza, , del pasado octubre. Su desproporcionada respuesta ha llevado a que hoy le critiquen abiertamente hasta defensores tan firmes como Estados Unidos, o a que África del Sur le haya acusado de genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que aunque tardará años en emitir sentencia ha encontrado “indicios” y le ha pedido que modere su respuesta.

Netanyahu se ha equivocado también porque no ha conseguido ninguno de los dos objetivos principales que se impuso al comienzo de su campaña militar: destruir a Hamas y liberar a los rehenes. Puede desmantelar la estructura militar de la organización palestina pero una idea no se destruye a cañonazos y por eso Hamas sobrevivirá. Y aunque han regresado algunos rehenes todavía quedan 130 en poder de Hamas, no se sabe si vivos o muertos e imagino que los que sobreviven lo hacen en condiciones muy duras. No hay que olvidar que tomar rehenes es un crimen de guerra.

Israel no logra poner a salvo a los rehenes porque continuar la guerra es incompatible con su liberación y Netanyahu ha dado prioridad al primer objetivo sobre el segundo. Lo ha hecho porque así se lo exige el abigarrado Gobierno de coalición que preside, trufado de partidos ultranacionalistas y ultrarreligiosos que amenazan con hacerle caer a cada momento: los ultranacionalistas desean quedarse con cuanta más tierra palestina sea posible, apoyan la expansión de los colonos violentos en Cisjordania, y la continuación del conflicto favorece sus objetivos expansionistas. Curiosamente, tampoco Hamás parece tener prisa porque le importa poco la suerte de los palestinos que sufren, y porque para ellos resistir es vencer, una vez que han mostrado al mundo la vulnerabilidad de Israel. El caso es que la continuidad del conflicto ayuda a Netanyahu a mantener unido a su Gobierno aunque dificulte la recuperación de los rehenes, cuyos familiares se muestran crecientemente disconformes y vociferantes por estimar que el primer ministro no hace lo suficiente. Y es que Hamás no los liberará si no es a cambio de un alto el fuego permanente y no solo temporal. La continuación de la guerra hace muy difícil la liberación de los rehenes. 

Es duro decirlo e incluso pensarlo sin pruebas pero, a veces, parece que a Netanyahu le interesa la continuación del conflicto porque está incurso en un proceso de corrupción del que, de momento, le libra su impunidad como primer ministro. Él sabe que el día que acabe la guerra habrá elecciones y se abrirá una investigación que le pedirá explicaciones por los fallos de seguridad que se produjeron el día 7 de octubre y que también se reabrirá su proceso penal. Y no le apetecen ninguna de las dos cosas.

Peor aún. A veces da la impresión de que al mismo Gobierno de Israel le puede interesar no ya solo la continuidad del conflicto sino su misma extensión, pues solo así se explican algunas acciones que cabe considerar provocadoras en el delicado contexto actual, como son el asesinato de hijos y nietos del líder de Hamás, los constantes bombardeos de objetivos iraníes en Siria y, sobre todo, la destrucción de un edificio diplomático iraní en Beirut, con la muerte de un general. Mal está violar la embajada mexicana en Quito, pero peor es bombardear otra sede diplomática.

En mi opinión 

y ha caído en la trampa de responderlas. Nadie dijo que los políticos fueran inteligentes y a veces responden por presiones de la opinión pública de forma táctica y cortoplacista, como en este caso. Es un error porque el mundo entero condenará su ataque a civiles y porque ha convertido an Israel de agresor en Gaza a agredido por un régimen que además tiene justificadamente muy pocas simpatías internacionales. Gracias a Teherán, Israel recuperará ahora mucha de la simpatía dilapidada desde el pasado 7 de octubre. Todo un regado para un acosado Netanyahu.

Finalmente, Netanyahu se equivoca. Y también al colocarse tan abiertamente del lado de los Republicanos y enajenarse a los Demócratas. Terrible error y más en año electoral. El resultado es que hoy Israel está más solo y más aislado que nunca, mientras su imagen internacional se ha deteriorado mucho. Todo obra de Bibi Netanyahu.