Opinión

Gol fantasma

El palco del Bernabéu, el mayor semillero de relaciones e influencia del Estado español

Palco del Bernabéu durante el Clásico

Palco del Bernabéu durante el Clásico / EFE

Hace 20 años, abandoné el Bernabéu en la noche del Ushiro Nage, acompañando al bueno de Kike Mateu en la radio, con la sensación de que al Valencia le habían robado la cartera en un escenario en el que todos los testigos presenciales eran ciegos, de modo que nadie declararía haber visto al culpable, en un perfecto truco de Copperfield. Me repetía a mí mismo: ¿A quién vas a creer, Gustavo, al entorno mediático madridista o a tus propios ojos? Como se volvió a comprobar este domingo, el Madrid de Florentino, sin mancharse y controlando hasta el último pie de foto que se escriba, ha sido capaz de crear un ambiente en el que da mucho más miedo equivocarse contra él que contra los demás.

Nunca te sentías más valenciano que viendo una mascletà o siendo robado deportivamente en el Bernabéu. Hay rasgos que nos distinguen como personas y como comunidades, también como clubes de fútbol. Lo relevante es que, llegado el momento, el rasgo florece. En este caso, el poder metodológico del Madrid para enterrar cadáveres deportivos haciendo que parezca un accidente. Los directivos del Barcelona lo intentaron con Negreira, pero siempre se acaba notando la diferencia entre la chapuza aprendida respecto la herencia genética y social. Si te quejas, también tienen respuesta. El que sabe competir de verdad es el Madrid. Es el poder metodológico. Es un escenario sólido, consolidado y sin fisuras. 

Hace ahora un año, yo fui quien señaló al árbitro que un gol fantasma no había entrado en la portería. Ocurrió en un torneo de niños, donde ejercía de padre caldoso y grababa el bravo despeje de mi hijo sobre la línea de gol. El árbitro dio por válido el tanto, obvió mi comentario, y una madre del propio equipo, en un ejercicio loable de deportividad, me razonó que ella entendía que la pelota sí había rebasado la línea de meta, de modo que el gol en nuestra contra sí había sido bien señalado. Mi grabación del momento me hacían mantenerme firme en mi fuero interno, pero cualquier nuevo comentario por mi parte sería sospechoso de estar motivado por la pasión irrefrenable del amor por un hijo. Después de ese gol, todavía nos cayeron seis más. Pero al menos tuve la excusa para salir de ese recinto de Benidorm con la misma sensación que abandoné el Bernabéu la noche del Ushiro Nage. Con el silencioso orgullo del incomprendido.  

Con el paso de los años, entiendes, que existen situaciones que no puedes controlar. Es más, existen situaciones que debes aceptar no poder controlar. El libre discurrir de los partidos infantiles, donde lo único que importa es que disfruten los chiquillos, y el libre discurrir del palco del Bernabéu, el mayor semillero de relaciones e influencia del Estado español.

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