Red Bull flojea, pero Verstappen no

La estrecha y corta pista de Imola nos devolvía a los circuitos de la vieja escuela donde las escapatorias de grava no perdonan los errores. Ir al máximo en el Dino y Enzo Ferrari es ir todavía más al límite. El propio Checho Pérez declaraba que “esta pista no es para los Fórmula 1”. Y esa exigencia ayudó a poner un poco de pimienta al Gran Premio. La F1 llegaba a Italia tras la victoria de McLaren en Miami que hacía de los monoplazas papaya unos serios candidatos para incomodar al todopoderoso Verstappen. También los Ferrari enseñaban las garras con una gran evolución del monoplaza. Pero a pesar de esos esfuerzos de los rivales, Max se fue a casa con la pole y la victoria.

En las últimas vueltas de la carrera nos hicimos la ilusión de que el McLaren, esta vez sin la ayuda de un safety car, pudiera derrotar al Red Bull. A Lando le faltaron vueltas, aunque habría que ver cómo hubiera adelantado en una pista en la que a Alonso hace casi 20 años no le importó llevar a Schumacher a sus espaldas y taponarle hasta asegurar la victoria.

Verstappen gana un espectacular pulso con Norris en Imola

El año comenzó con signos de la descomposición interna del equipo de Milton Keynes que han ido en aumento: el problema de Horner con una de sus empleadas, las salidas de tono de Hemult Marko y la confirmación de la salida de Adrian Newey. Todo ello ha ido minando los cimientos de una sólida estructura como la de Red Bull. En este momento donde las flaquezas se evidencian es Verstappen el que sigue marcando la diferencia. Y es el holandés la parte clave del éxito del equipo de la bebida energética. Su compañero, Checo, sigue perdido: ni en clasificación, ni en carrera está a la altura. La sangría de puntos para el equipo cada vez que Pérez no sube al podio puede hacer que el campeonato de constructores no esté tan fácil y que la renovación del mexicano para 2025 siga estando en duda. Y esa puede ser una de las opciones de Carlos Sainz para el próximo año.