Joaquín Sánchez dice adiós al Valencia CF. Se une al Málaga del jeque Al Thani que está demostrando una gran capacidad para coleccionar jugadores, con la intención de formar un equipo competitivo. Joaquín, sin pretenderlo, se convirtió, en su momento, en uno de los símbolos del despilfarro del Valencia CF de Juan Soler.

Generosidad

El delantero gaditano llegó al Valencia (agosto de 2006) coincidiendo en una singladura donde el dinero fácil se había apoderado de la sociedad española, a la sombra de la especulación urbanística, del desmesurado afán por el cemento y la cultura del pelotazo. Así fue como se pagaron al Betis 27 millones de euros por adquirir los servicios de un buen jugador. Se le formalizó un contrato de larga duración y se le proporcionó un salario de ensueño. Ahora, cinco años después, se le traspasa al Málaga por 4 millones de euros. En este trayecto el rendimiento del delantero ha sido más bien irregular, sin marcar la diferencia. Operaciones de este perfil nunca llegan a ser rentables y entran a formar parte del capítulo de pérdidas. Joaquín se convirtió en uno de los fichajes más caros de la historia del club de Mestalla. Se incorporó en una época donde la generosidad del presidente no tenía límite: contrataba y despedía a precio de oro. ¿Se sabrá algún día la cuantía total de las indemnizaciones pagadas a los profesionales contratados por Juan Soler? A su alrededor se creó, en Valencia, una nueva clase social. Así dejó al club: endeudado para la eternidad. Joaquín, cerca de cumplir los 30 años, no ha dudado en subirse al que puede ser su último tren profesional en la alta competición. Ha firmado el contrato de su vida, con independencia de su rendimiento. Está en su derecho.

Radiografía

Me impactaron, en su momento, unas palabras pronunciadas por el presidente Manuel Llorente y quizá por ello aún las mantengo vivas en el recuerdo. Transcurría la junta general de accionistas del 14 de noviembre de 2009 cuando plasmó el siguiente dibujo financiero: «Una deuda de 550 millones de euros; al Valencia se le deben 187; presupuesto para la temporada 2009/10 de 138 millones con un superávit de 8 y la necesidad de hacer traspasos por valor de 44». Y no tuvo reparo en reconocer una realidad: «Llevamos perdidos 300 millones de euros en las últimas tres temporadas, no tenemos campo nuevo y las parcelas de Mestalla están hipotecadas», para añadir con soltura que «si no fuera por el aval de la Generalitat Valenciana, estaríamos en quiebra y en Segunda División B». Claro, se le olvidó decir que en los últimos quince años, salvo un puntual paréntesis, ha sido actor y testigo privilegiado de la vida valencianista y ello conlleva asumir alguna que otra responsabilidad.

Traspasos

En el verano de 2010, para empezar a salir del túnel del despilfarro, se procedió a los traspasos de jugadores como Villa, Silva, Marchena, Alexis, Zigic, Michel, Renan y Hugo Viana. La necesidad de recaudar imperó sobre el aspecto deportivo. En un principio, estas decisiones no gustaron, pero con el paso del tiempo se ha demostrado que el equipo, pese a debilitarse, consiguió con otros mimbres más baratos el objetivo marcado: clasificarse para la Liga de Campeones. La temporada protagonizada fue excepcional. En el presente verano, el traspaso de Joaquín ha sido el primero pero no se descarta que tras él cambien de aires otras caras. La necesidad de sanear las finanzas del club se ha convertido en una urgente necesidad y máxime cuando la maquinaria de la recaudación y del crédito parece estancada. La sociedad española, el fútbol e incluso las entidades financieras no están para alegrías. Todas las ofertas que lleguen por jugadores del Valencia, a buen seguro, serán atendidas. Las puertas ya no se pueden cerrar de antemano. El valencianismo está pagando las consecuencias de la pésima gestión de algunos de sus dirigentes.