La familia de la pilota valenciana tiene una cita especial este sábado en la final del Trofeu de Mestres SabadellCAM que se disputará en Pelayo, con el reconocimiento a la carrera de tres pilotaris surgidos, precisamente, de la catedral de la escala i corda. Los aficionados tendrán ocasión de agradecer a Grau, Tino y Solaz su aportación al crecimiento de este deporte durante las dos décadas en las que brillaron en todos los trinquets.

Este trío de figuras son hijos de la mítica escuela de Pelayo. Los tres fueron en su infancia vecinos del trinquet, una cancha que utilizaban prácticamente como polideportivo. Allí acudían todos los días como ya lo hicieran años atrás figuras como Fredi y, todavía más lejos en el tiempo, Rovellet.

Algunos de los jóvenes que crecieron con los tres homenajeados quedaron en el camino, pero ellos alcanzaron las cotas más altas del mundo profesional. De su generación en adelante solo quedan otros tres exponentes, los restos Pedro y Víctor, y el feridor Pedrito. La cantera de Pelayo parece agotada, a pesar de que se intenta que resurja, y actualmente funciona una escuela en la que hay puestas muchas esperanzas para el futuro.

Campeones de todo

Grau, Tino y Solaz se mantuvieron en la élite de la escala i corda alrededor de 20 años. El más laureado de los tres es Tino, que disputó nueve finales del Circuit Bancaixa, en las que sumó cuatro títulos, una cota que solo han alcanzado él, Álvaro y Sarasol II. La primera final la jugó en 1992, y la última, en 2012.

Sin poseer tantos títulos, Grau dejó una huella igual o más profunda en la pilota profesional. En 2000 hizo historia al convertirse en el primer mitger que ganó el Individual. Brilló en todas las modalidades, y su volea con la derecha y la izquierda todavía se recuerda hoy en el trinquet. Solaz, por su parte, se mantuvo entre los mejores mitgers durante dos décadas en las que rivalizó con los grandes de la época: el propio Grau, Sarasol II o Dani.

Grau: "Será una tarde muy especial para nosotros"

A José Vicente Grau le hubiese gustado acabar su carrera de otra forma. Pero una lesión en la espalda le apartó bruscamente de la escala i corda profesional. «Me quedé con mal sabor de boca, porque me hubiera gustado despedirme jugando. Pero así son las cosas», dice el mítico pilotari. Ahora, piensa que la del sábado será «una tarde especial, más aún, en Pelayo. El reconocimiento no podría ser en otro sitio, porque es donde nos criamos como jugadores». Para él, y para Solaz, Tino, Fredi, Rovellet, Serrano, Pedro o Víctor (que juega la final) y tantos otros, «Pelayo era un polideportivo, un sitio más seguro que la calle para jugar, donde nos enviaban nuestras madres para estar más tranquilas», recuerda.